Antífona de Entrada
Jesucristo nos ha convertido en un reino, y hecho
sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los
siglos. Amén.
Oración Colecta
¡Oh Dios!,
que por la unción del Espíritu Santo constituiste a tu Hijo Mesías y Señor, y a
nosotros, miembros de su cuerpo, nos haces partícipes de su Misma unción;
ayúdanos a ser en el mundo testigos fieles de la redención que ofreces a todos
los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén
Renovación
de las promesas sacerdotales
Acabada la homilía, el obispo
dialoga con los presbísteros con éstas o semejantes palabras:
Obispo :
Hijos amadísimos: En esta conmemoración anual
del día en que Cristo confirió su sacerdocio a los Apóstoles y a nosotros,
¿queréis renovar las promesas que hicisteis un día ante vuestro obispo y ante
el pueblo santo de Dios?
Sacerdotes:
Sí, quiero.
Obispo :
¿Queréis uniros más fuertemente a Cristo y
configuraros con él, renunciando a vosotros mismos y reafirmando la promesa de
cumplir los sagrados deberes que, por amor a Cristo, aceptasteis gozosos el día
de vuestra ordenación para el servicio de la Iglesia ?
Sacerdotes:
Sí, quiero.
Obispo :
¿Deseáis permanecer como fieles dispensadores de
los misterios de Dios en la celebración eucarística y en las demás acciones
litúrgicas, y desempeñar fielmente el ministerio de la predicación como
seguidores de Cristo, Cabeza y Pastor, sin pretender los bienes temporales,
sino movidos únicamente por el celo de las almas?
Sacerdotes:
Sí, quiero.
Obispo :
Y ahora vosotros, hijos muy queridos, orad por
vuestros presbíteros, para que el Señor derrame abundantemente sobre ellos sus
bendiciones: que sean ministros fieles de Cristo, Sumo Sacerdote, y os
conduzcan a él, única fuente de salvación.
Pueblo:
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Seguidamente, dirigiéndose al pueblo,
prosigue:
Obispo:
Y rezad también por mí, para que sea fiel al
ministerio apostólico confiado a mi humilde persona y sea imagen, cada vez más
viva y perfecta, de Cristo Sacerdote, Buen Pastor, Maestro y Siervo de todos.
Pueblo:
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Obispo:
El Señor nos guarde en su caridad y nos conduzca
a todos, pastores y grey, a la vida eterna.
Todos:
Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Te pedimos,
Señor, que la eficacia de este sacrificio nos purifique del antiguo pecado,
acreciente en nosotros la vida nueva y nos otorgue la plena salvación.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén
Prefacio
En verdad es
justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en
todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Que constituiste a
tu único Hijo Pontífice de la
Alianza nueva y eterna por la unción del Espíritu Santo, y
determinaste, en tu designio salvífico, perpetuar en la Iglesia su único
sacerdocio.
El no sólo confiere el honor del sacerdocio real a todo su pueblo santo, sino
también, con amor de hermano, elige a hombres de este pueblo, para que, por la
imposición de las manos, participen de su sagrada misión. Ellos renuevan en
nombre de Cristo el sacrificio de la redención, preparan a tus hijos el
banquete pascual, presiden a tu pueblo santo en el amor, lo alimentan con tu
palabra y lo fortalecen con los sacramentos.
Tus sacerdotes, Señor, al entregar su vida por ti y por la salvación de los
hermanos, van configurándose a Cristo, y han de darte así testimonio constante
de fidelidad y amor.
Por eso, nosotros, Señor, con
los ángeles y los santos, cantamos tu gloria diciendo:
Señor Dios, Padre de todo consuelo, que has querido sanar las dolencias de los enfermos por medio de tu Hijo: escucha con amor la oración de nuestra fe y derrama desde el cielo tu Espíritu Santo Paráclito sobre este óleo. Tú que has hecho que el leño verde del olivo produzca aceite abundante para vigor de nuestro cuerpo, enriquece con tu bendición este óleo para que cuantos sean ungidos con él sientan en cuerpo y alma tu divina protección y experimenten alivio en sus enfermedades y dolores. Que por tu acción, Señor, este aceite sea para nosotros óleo santo, en nombre de Jesucristo nuestro Señor. Que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona de Comunión
Cantaré eternamente las
misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Oración después de la Comunión
Concédenos
Dios todopoderoso, que quienes han participado en tus sacramentos sean en el
mundo buen olor de Cristo. Que vive y reina. Amén.
Bendición
del Oleo de los Catecúmenos
Señor Dios, fuerza y
defensa de tu pueblo, que has hecho del aceite un símbolo de vigor, dígnate
bendecir este óleo y concede tu fortaleza a los catecúmenos que han de ser
ungidos con él, para que, al aumentar en ellos el conocimiento de las
realidades divinas y la valentía en el combate de la fe, vivan más hondamente
el Evangelio de Cristo, emprendan animosos la tarea cristiana y, admitidos
entre tus hijos de adopción, gocen de la alegría de sentirse renacidos y de
formar parte de Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Consagración
del Crisma
Hermanos: pidamos a
Dios Padre todopoderoso que se digne bendecir y santificar este ungüento para
que aquellos cuyos cuerpos van a ser ungidos con él sientan interiormente la
unción de la bondad divina y sean dignos de los frutos de la redención.
Entonces el obispo, oportunamente, sopla
sobre la boca de la vasija del crisma, y con las manos extendidas dice la
siguiente oración de consagración:
Señor Dios, autor de todo crecimiento y de todo
progreso espiritual: recibe complacido la acción de gracias que gozosamente,
por nuestro medio, te dirige la
Iglesia.
Y en los últimos tiempos, el símbolo de la unción alcanzó su plenitud: después
que el agua bautismal lava los pecados, el óleo santo consagra nuestros cuerpos
y da paz y alegría a nuestros rostros. Por eso, Señor, tú mandaste a tu siervo
Moisés que, tras purificar en el agua a su hermano Aarón, lo consagrase
sacerdote con la unción de este óleo.
Todavía alcanzó la unción mayor grandeza cuando tu Hijo, nuestro Señor
Jesucristo, después de ser bautizado por Juan en el Jordán, recibió el Espíritu
Santo en forma de paloma y se oyó tu voz declarando que él era tu Hijo, el
Amado, en quien te complacías plenamente.
De este modo se hizo manifiesto que David ya hablaba de Cristo cuando dijo:
"El Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus
compañeros".
Todos los concelebrantes, en silencio, extienden la mano derecha hacia el crisma, y la mantienen así hasta el final de la oración.
A la vista de tantas maravillas, te pedimos,
Señor, que te dignes santificar con tu bendición † este óleo y que, con la
cooperación de Cristo, tu Hijo, de cuyo nombre le viene a este óleo el nombre
de crisma, infundas en él la fuerza del Espíritu Santo con la que ungiste a
sacerdotes, reyes, profetas y mártires, y hagas que este crisma sea sacramento
de la plenitud de la vida cristiana para todos los que van a ser renovados por
el baño espiritual del bautismo; haz que los consagrados por esta unción,
libres del pecado en que nacieron, y convertidos en templo de tu divina
presencia, exhalen el perfume de una vida santa; que, fieles al sentido de la
unción, vivan según su condición de reyes, sacerdotes y profetas y que este
óleo sea para cuantos renazcan del agua y del Espíritu Santo, crisma de
salvación, les haga partícipes de la vida eterna y herederos de la gloria
celestial. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Todos los concelebrantes, en silencio, extienden la mano de, recha hacia el crisma, y la mantienen así hasta el final de la oración.
Por tanto, te pedimos, Señor, que mediante el poder de tu gracia hagas que
esta mezcla de aceite y perfume sea para nosotros instrumento y signo de tus t
bendiciones; derrama sobre nuestros hermanos, cuando sean ungidos con este
crisma, la abundancia de los dones del Espíritu Santo, y que los lugares y
objetos consagrados por este óleo sean para tu pueblo motivo de santificación. Pero
ante todo, Señor, te suplicamos que por medio del sacramento del crisma hagas
crecer a tu Iglesia en el número y santidad de sus hijos, hasta que, según la
medida de Cristo, alcance aquella plenitud en la que tú, en el esplendor de tu
gloria, junto con tu Hijo y en la unidad del Espíritu Santo, lo serás todo en todos
por los siglos de los siglos. Amén.
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