Como ellos, nos postramos ante el Misterio de la fe, la Sagrada Eucaristía.
“Ante el niño regio de Belén, los Magos adoptan la proskýnesis, es decir, se postran ante él. Éste es el homenaje que se rinde a un Dios-Rey.
De aquí se explican los dones que a continuación ofrecen los Magos. No son dones prácticos, que en aquel momento tal vez hubieran sido útiles para la Sagrada Familia.
Los dones expresan lo mismo que la proskýnesis: son un reconocimiento de la dignidad regia de Aquel a quien se ofrecen: oro, incienso y mirra.
La tradición de la Iglesia ha visto representados en estos tres dones —con algunas variantes— tres aspectos del misterio de Cristo:
* el oro haría referencia a la realeza de Jesús,
* el incienso al Hijo de Dios
* y la mirra al misterio de su Pasión”
(del reciente libro “Jesús de Nazaret, la infancia de Jesús” de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI)
1 La proskynesis:
La proskynesis (castellanizado prosquinesis; griego προσκύνησις, formada a partir de las palabras griegas pros y kuteo, literalmente ‘besando hacia’) es el nombre griego del acto ritual de saludar al soberano persa.
Según el historiador griego Heródoto, si dos persas del mismo rango se encontraban al pasar, se besaban a modo de saludo; si uno de los dos era de rango ligeramente inferior, besaba al otro en la mejilla; y si uno de los dos era de un rango muy inferior, se postraba frente al otro.
De un modo ritualizado, algo similar sucedía en la corte persa. De acuerdo con su rango, los súbditos del rey debían postrarse, arrodillarse, arquearse o lanzar un beso hacia él.
Luego de proclamarse sucesor de los reyes persas, Alejandro Magno intentó introducir la proskynesis en su propia corte (327 a. C.). Esto trajo malestar entre sus súbditos griegos, quienes sólo se postraban ante sus dioses y consideraban absurdo y bárbaro el acto de la proskynesis.
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