22 de octubre de 2011

22 de Octubre: Fiesta litúrgica del Beato Juan Pablo II

Oración de S.S. Juan Pablo II a Jesús Sacramentado antes de la bendición eucarística
Plaza de San Marcos, Venecia, 16 de junio de 1985;


Señor Jesús, estamos reunidos ante Ti, el Sucesor de tu Apóstol Pedro y la Iglesia que Tú has congregado en esta ciudad de Venecia. Tú eres el Hijo de Dios hecho hombre, crucificado por nosotros y resucitado por el Padre. Tú, el viviente, realmente presente en medio de nosotros. Tú, el camino, la verdad y la vida: Tú, el único que tienes palabras de vida eterna. Tú, el único fundamento de nuestra salvación y el único nombre que podemos invocar para tener esperanza. Tú, el Amor: el Amor no amado. Señor Jesús, nosotros creemos en ti, te adoramos, te amamos con todo nuestro corazón, y proclamamos tu nombre por encima de todo otro nombre.
En este momento, grande y solemne, te pedimos por esta ciudad y por su territorio. Mírala, Cristo, desde tu cruz, y sálvala. Mira a los pobres, enfermos, ancianos, marginados, a los jóvenes y a las mujeres que se han metido por caminos desesperados, a tantas familias en dificultades y afectadas por las desgracias y los disturbios sociales. ¡Mira y ten piedad! Mira a los que no saben ya creer en el Padre que está en los cielos y no perciben ya su ternura, a los que no logran leer en tu rostro, oh Crucificado, su dolor, su promesa y sus angustias. Mira a cuantos yacen en el pecado, lejos de Ti, que eres la fuente del agua viva: el único que apaga la sed y aplaca el deseo y el ansia inquieta del corazón humano. Míralos y ten piedad.

Bendice a esta ciudad y a su territorio: desde Venecia a las islas, desde las Caorlas a Mira. Bendice a Mestre y Marghera, con las fábricas y el puerto. Bendice a todos los trabajadores que con la fatiga cotidiana proveen a las necesidades de la familia y al progreso de la sociedad. Bendice a los jóvenes, para que nunca se extinga en su corazón la esperanza de un mundo mejor, y la voluntad de gastarse generosamente para edificarlo. Bendice a los que nos gobiernan, para que sean agentes de justicia y de paz. Bendice a los sacerdotes que guían a las comunidades, a los religiosas y a las religiosas. Bendice al seminario, y concédenos a esta Iglesia, jóvenes y muchachas generosos, dispuestos a acoger la llamada al don total de sí en el servicio al Evangelio y a los hermanos.
Concede , Señor Jesús, a esta Iglesia, que se confirme en la fe del bautismo, para que tenga la alegría y la verdad, único camino que lleva a la vida. Concédele la gracia de la reconciliación que brota de tu costado abierto, oh Crucificado: a fin de que, reconciliada y unida, pueda convertirse en fuerza que supera las divisiones, en levadura de una mentalidad nueva de solidaridad y coparticipación, en viviente invitación a seguirte a ti que te has hecho hermano de todos. Concédele finalmente que sea una Iglesia mensajera de esperanza para todos los hombres, a fin de que por este testimonio de esperanza todos se sientan estimulados a comprometerse, trabajando por un mundo más solidario y pacífico conforme a la voluntad de tu Padre, nuestro Creador.
Señor Jesús, danos al paz, Tú que eres la paz y en tu cruz has vencido toda división. Y has de nosotros verdaderos realizadores de paz y de justicia: hombres y mujeres que se comprometan a construír un mundo más justo, más solidario y más fraterno. Señor Jesús, vuelve a nosotros y haznos vigilantes en la esperanza de tu venida. Amén.

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