30 de septiembre de 2014

Beato Alvaro del Portillo: un obispo con alma eucarística


 “Toda nuestra vida, nuestros pensamientos y nuestras palabras, nuestras obras y nuestros deseos, han de ser para el Señor Sacramentado”.
 “Un alma de fe reconoce en el Sacrificio del altar el portento más extraordinario que se lleva a cabo en este mundo nuestro. Asistir a la Misa –para los sacerdotes celebrarla-, significa tanto como desligarse de los lazos caducos de lugar y tiempo, propios de nuestra condición humana, para situarnos en la cima del Gólgota junto a la Cruz donde Jesús muere por nuestros pecados, participando activamente en su Sacrificio redentor”.

29 de septiembre de 2014

Sínodo sobre las familias: Eucaristía, Reconciliación y los divorciados vueltos a casar


[…] Debe tenerse presente lo que he dicho hasta aquí cuando nos enfrentamos a argumentos delicados que comportan un sufrimiento particular, como la cuestión de los divorciados vueltos a casar. A quienes después de un fracaso de su vida conyugal en común han establecido un nuevo vínculo les está prohibido el acceso a los sacramentos de la reconciliación y de la eucaristía.
A menudo se acusa a la Iglesia de falta de sensibilidad y comprensión en lo que atañe el fenómeno de los divorciados vueltos a casar, sin reflexionar atentamente sobre las razones de su posición, que ella sabe que están fundados en la revelación divina. Sin embargo, aquí se trata no de una acción arbitraria del magisterio de la Iglesia, sino más bien de la conciencia del vínculo inseparable que une la eucaristía y el matrimonio.

28 de septiembre de 2014

El Papa Francisco habló sobre la Eucaristía


El Santo Padre Francisco ha afirmado que el 51º Congreso Eucarístico Internacional ofrece la oportunidad de experimentar y comprender la Eucaristía como un encuentro que transforma con el Señor, en su palabra y en su sacrificio de amor, para que todos podamos tener vida, y vida en abundancia. Lo ha indicado este sábado, en la audiencia a los participantes de la Asamblea Plenaria del Comité Pontificio para los Congresos Eucarísticos Internacionales.
El Papa ha recordado en su discurso que el próximo Congreso Eucarístico Internacional se celebrará en enero del 2016 en Cebú, Filipinas. A propósito, ha señalado que en esos días "el mundo católico tendrá fijos los ojos del corazón en el sumo misterio de la Eucaristía para dibujar renovado y apostólico celo misionero".

27 de septiembre de 2014

Santo Tomás de Aquino derramaba lágrimas al celebrar la Santa Misa


Hablando de los sacramentos, santo Tomás se detiene de modo particular en el misterio de la Eucaristía, por el cual tuvo una grandísima devoción, hasta tal punto que, según los antiguos biógrafos, solía acercar su cabeza al Sagrario, como para sentir palpitar el Corazón divino y humano de Jesús. En una obra suya de comentario de la Escritura, santo Tomás nos ayuda a comprender la excelencia del sacramento de la Eucaristía, cuando escribe: «Al ser la Eucaristía el sacramento de la Pasión de nuestro Señor, contiene en sí a Jesucristo, que sufrió por nosotros. Por tanto, todo lo que es efecto de la Pasión de nuestro Señor, es también efecto de este sacramento, puesto que no es otra cosa que la aplicación en nosotros de la Pasión del Señor» (In Ioannem, c. 6, lect. 6, n. 963). Comprendemos bien por qué santo Tomás y los demás santos celebraban la santa misa derramando lágrimas de compasión por el Señor, que se ofrece en sacrificio por nosotros, lágrimas de alegría y de gratitud.

26 de septiembre de 2014

Hora Santa en el mes de la Biblia



* Exposición del Santísimo Sacramento del Altar

* Canto de adoración

* Meditación: ‘LA PALABRA SE HIZO CARNE Y PUSO SU MORADA ENTRE NOSOTROS’ (Jn. 1,14):

Siempre fue duro y trabajoso arar la tierra, pero el campesino sabe que es necesario para poder sembrar. ‘Se siembra entre lágrimas y se cosecha entre cantares’ (Salmo). Nada más silencioso y disponible que la tierra cuando al caer la tarde, ella está allí a merced del sembrador dispuesta a acoger y dar vida; después de todo ella es madre... No menos duro es silenciar un corazón, ayudarlo a recuperar la confianza, silenciarlo para que sea capaz de acoger a otro. ‘La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros’. Fueron necesarios siglos y un toque de gracia para que el corazón de una joven pueda acoger la Palabra hecha carne, es decir débil y mortal, y poner su morada entre nosotros, es decir su presencia personal y tangible. En la Eucaristía contemplamos este misterio: La Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros.

En la liturgia de la Palabra de la Santa Misa, cuando escuchábamos el Evangelio estábamos de pie y ahora podemos tomar asiento, el Padre nos quiere abrir el corazón, nos quiere dejar pasar a su misterio, allí también se esconde el nuestro. Escuchar es más que percibir sonidos, escuchar, mirar, tocar es percibir una presencia, una alteridad, otro. Es una manera de estar, de vivir en expectativa comunicativa. Es tener hábitos más que actos, un estado de apertura, de permeabilidad capaz de percibir el más allá. Permeabilidad para entrar y salir desde lo más profundo a lo más profundo. Escuchar es dejar hacer, consentir que el amor realice su obra en nosotros, es no resistir la realidad, es dejarse iluminar, interpelar. Es recibir en el corazón lo que proviene del corazón sin filtrar e intelectualizar. Quién se revela nos revela...

25 de septiembre de 2014

Oración para reparar las ofensas a la Eucaristía


ACTO DE DESAGRAVIO COMPUESTO POR S.S. PÍO XI

¡Oh dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! Vednos postrados ante vuestro altar, para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo Corazón.

24 de septiembre de 2014

Decoro en la vestimenta para la celebración eucarística


Durante su tercer Sínodo Diocesano, la diócesis mexicana de Aguascalientes recordó a sus fieles el cuidado del decoro y la dignidad en el vestuario para asistir a la celebración del sacramento de la Eucaristía. En una rueda de prensa el vicario general, padre Raúl Sosa Palos, pidió a los fieles “respetar la celebración eucarística” y tener un cuidado especial en el vestir para este acontecimiento, tal y como se hace con otro tipo de compromisos. 

“Si se hace esto para una celebración o una fiesta, pues que también se tenga respeto por la celebración de la santa misa”, dijo el sacerdote, quien dio algunas recomendaciones que deben ser tenidas en cuenta por parte de los fieles, según informó la red católica Aleteia. Las indicaciones de la Iglesia no tienen por objeto "especificar o condenar a la mujer por algún tipo de vestido o moda", aclaró el padre Sosa, sino que “se invita a los fieles a acudir con respeto a los templos”.
 

23 de septiembre de 2014

El culto eucarístico


I. Naturaleza del Sacrificio Eucarístico

A) MOTIVO DE TRATAR ESTE TEMA

84. El Misterio de la Santísima Eucaristía, instituida por el Sumo Sacerdote, Jesucristo, y renovada constantemente por sus ministros, por obra de su voluntad, es como el compendio y el centro de la religión cristiana. Tratándose de lo más alto de la Sagrada Liturgia, creemos oportuno, Venerables Hermanos, detenernos un poco y atraer Vuestra atención a este gravísimo argumento.



22 de septiembre de 2014

Adoración nocturna


–Mi abuelo era de la Adoración Nocturna.
–Gran obra de Dios. Y hoy, por designio de la Providencia, se van multiplicando las capillas de Adoración Perpetua.
En los anteriores artículos fui explicando los diferentes momentos de la Misa, el Mysterium fidei por excelencia. Y al tratar de la consagración, del acto máximo de la Eucaristía (275), no me detuve en considerar con amplitud el misterio de la transubstanciación, para contemplarlo ahora más detenidamente, pues él es el fundamento de la adoración eucarística.
–La presencia de Cristo en la Eucaristía es real, verdadera y substancial desde el momento en que sea realiza la consagración del pan y del vino. Y para exponer misterio tan grandioso prefiero ceder la palabra a la misma Iglesia, tal como lo confiesa concretamente en el Catecismo:
1373 «“Cristo Jesús que murió, resucitó, que está a la derecha de Dios e intercede por nosotros” (Rm 8,34), está presente de múltiples maneras en su Iglesia (LG 48): en su Palabra, en la oración de su Iglesia, “allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre” (Mt 18,20), en los pobres, los enfermos, los presos (Mt 25,31 46), en los sacramentos de los que él es autor, en el sacrificio de la misa y en la persona del ministro. Pero, “sobre todo, [está presente] bajo las especies eucarísticas” (SC 7).
1374 El modo de presencia de Cristo bajo las especies eucarísticas es singular. Eleva la eucaristía por encima de todos los sacramentos y hace de ella “como la perfección de la vida espiritual y el fin al que tienden todos los sacramentos” (S. Tomás de A., STh III, 73, 3). En el santísimo sacramento de la Eucaristía están “contenidos verdadera, real y substancialmente el Cuerpo y la Sangre junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, y, por consiguiente, Cristo entero” (Trento: Denz 1651). “Esta presencia se denomina `real’, no a título exclusivo, como si las otras presencias no fuesen `reales’, sino por excelencia, porque es substancial, y por ella Cristo, Dios y hombre, se hace totalmente presente” (Pablo VI, enc. Mysterium fidei 39).

19 de septiembre de 2014

Claras definiciones del prefecto de la Congregación de la Fe


El cardenal Müller precisa que "la total indisolubilidad de un matrimonio es un dogma divino"

El cardenal Gerhard Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe en el Vaticano, ha precisado que la indisolubilidad del matrimonio no es una mera doctrina sino un dogma de la Iglesia, y ha resaltado la necesidad de comprender la realidad de este sacramento y de la familia.

12 de septiembre de 2014

Mes de la Biblia: La Virgen María y la Eucaristía

 

 En cuanto a la misa celebrada por Nuestro Señor en la Última Cena, lo primero  que podemos decir es que el Evangelio no dice nada sobre este tema. En el relato de la Eucaristía en la noche del Jueves Santo, no se menciona a María. Sin embargo, incluso en el caso de que no estaría presente en la primera Misa sacramental -en el Cenáculo- y sin embargo sabemos, porque está en las Escrituras, que estaba María presente en el Calvario (diríamos en la única Misa del Calvario). Además, también sabemos que ella estuvo presente con los Apóstoles que oraban "como una sola alma y un solo corazón" (cf. Hch 1,14) en la primera comunidad reunida después de la Ascensión en espera de Pentecostés. Ciertamente, María debe haber estado también presente en las celebraciones de la Eucaristía en la primera generación de cristianos, que estaban dedicados a la «fracción del pan" (Hechos 2:42)

11 de septiembre de 2014

Mes de la Biblia: la doble Mesa del Señor



En la eucaristía, como sabemos, la liturgia de la Palabra precede a la liturgia del Sacrificio, en la que se nos da el Pan de vida. Lo primero va unido a lo segundo. Recibiendo la Palabra, preparamos nuestro corazón para recibir el Pan del cielo. «La Liturgia de la Palabra y la Liturgia Eucarística están tan estrechamente unidas entre sí, que forman un solo acto de culto» (SC 56). Recordemos, por otra parte, que ése fue el orden que comprobamos ya en el sacrificio del Sinaí (Ex 24,7), en la Cena del Señor, o en el encuentro de Cristo con los discípulos de Emaús (Lc 24,13-32).

En este sentido, el Vaticano II, siguiendo antigua tradición, afirma que «la Iglesia siempre ha venerado la Sagrada Escritura, como lo ha hecho con el Cuerpo de Cristo, pues sobre todo en la sagrada liturgia, nunca ha cesado de tomar y repartir a sus fieles el pan de vida que ofrece la mesa de la palabra de Dios y del cuerpo de Cristo» (DV 21). Ve, pues, en la eucaristía «la doble mesa de la Sagrada Escritura y de la eucaristía» (PO 18). En efecto, desde el ambón se nos comunica Cristo como palabra, y desde el altar se nos da como pan. Y así el Padre, tanto por la Palabra divina como por el Pan de vida, es decir, por su Hijo Jesucristo, nos vivifica en la eucaristía, comunicándonos su Espíritu.

San Jerónimo cuando decía: «Yo considero el Evangelio como el cuerpo de Jesús. Cuando él dice “quien come mi carne y bebe mi sangre”, ésas son palabras que pueden entenderse de la eucaristía, pero también, ciertamente, son las Escrituras verdadero cuerpo y sangre de Cristo» (ML 26,1259). Y especialmente cuando se proclaman en la liturgia sagrada de la Iglesia.

10 de septiembre de 2014

Mes de la Biblia: Eucaristía y liturgia de la Palabra



Nos asegura la Iglesia que Cristo «está presente en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la sagrada Escritura, es él quien nos habla» (Vat. II, SC 7a). ¿Nos lo creemos de verdad?… «Cuando se leen en la iglesia las Sagradas Escrituras, Dios mismo habla a su pueblo, y Cristo, presente en su palabra, anuncia el Evangelio. Por eso, las lecturas de la palabra de Dios, que proporcionan a la liturgia un elemento de la mayor importancia, deben ser escuchadas por todos con veneración» (OGMR 29).
«En las lecturas, que luego desarrolla la homilía, Dios habla a su pueblo, le descubre el misterio de la redención y salvación, y le ofrece alimento espiritual. Y el mismo Cristo, por su palabra, se hace presente en medio de los fieles. Esta palabra divina la hace suya el pueblo con los cantos y muestra su adhesión a ella con la Profesión de fe [el Credo]; y una vez nutrido con ella, en la Oración universal, hace súplicas por las necesidades de la Iglesia entera y por la salvación de todo el mundo» (OGMR 55).
¿Reconocemos la presencia real de Cristo cuando en la Liturgia sagrada habla a su pueblo?
Es el Padre celestial quien nos da el pan de la Palabra encarnada

9 de septiembre de 2014

Beata Teresa de Calcuta y su fe en la Eucaristía


«Cristo se convirtió en el Pan de Vida porque comprendió la necesidad, el hambre que teníamos de Dios. Y nosotros debemos comer este Pan y la bondad de su amor para poder compartirlo».

«La eucaristía es el signo más tangible del amor de Dios por el hombre, ya que renueva permanentemente su sacrificio por amor a nosotros. Y es la Misa, nuestra oración diaria, el lugar donde nos ofrecemos con y por Cristo para ser distribuidos entre los más pobres de los pobres».


4 de septiembre de 2014

La Santa Misa después de rezar el Padre nuestro


Para participar bien, interior y exteriormente, en la santa Misa conviene conocerla bien, y seguir con plena atención e intención todo lo que en la celebración eucarística se va diciendo y  haciendo. Veamos ahora lo que va del Padrenuestro a la Comunión.
–La paz
Sabemos que Cristo resucitado, cuando se aparecía a los apóstoles, les saludaba dándoles la paz: «La paz con vosotros» (Jn 20,19.26). En realidad, la herencia que el Señor deja a sus discípulos en la última Cena es precisamente la paz: «La paz os dejo, mi paz os doy; pero no como la da el mundo» (14,27).
El pecado, separando al hombre de Dios, que es su centro, divide de tal modo al hombre en partes contrapuestas, e introduce en él tal cúmulo de ansiedades y de internas contradicciones, que aleja irremediablemente de la vida humana la paz. Por eso, en la Biblia la paz (salom), que implica, en cierto modo, todos los bienes, no se espera sino como don propio del Mesías salvador. Él será constituido «Príncipe de la paz: su soberanía será grande y traerá una paz sin fin para el trono de David y para su reino» (Is 9,5-6). Sólo él será capaz de devolver a la humanidad la paz perdida por el pecado (Ez 34,25; Joel 4,17ss; Am 9,9-21).
Pues bien, Jesús es el Mesías anunciado: «Él es nuestra paz» (Ef 2,14). Cuando nace en Belén, los ángeles anuncian que Jesús trae a la tierra «paz a los hombres amados por Dios» (Lc 2,14). En efecto, quiso «el Dios de la paz» (Rm 15,33), en la plenitud de los tiempos, «reconciliar por Él consigo, pacificando por la sangre de su cruz, todas las cosas, así las de la tierra como las del cielo» (Col 2,20). De este modo nuestro Señor Jesucristo, quitando el pecado del mundo y comunicándonos su Espíritu, es el único que puede darnos la paz verdadera, la que es «fruto del espíritu» (Gál 5,22) y de una justificación por gracia (Rm 5,1): la paz que ni el mundo ni la carne son capaces de dar, la paz perfecta, el don celeste, la paz que ninguna vicisitud terrena será capaz de destruir en los fieles de Cristo.
El rito de la paz, previo a la comunión, es, pues, un gran momento de la eucaristía. El ósculo de la paz ya se daba fraternalmente en la eucaristía en los siglos II-III. El sacerdote, en una oración –que, esta vez, dirige al mismo «Señor Jesucristo»– comienza pidiéndo a Jesús para su Iglesia «la paz y la unidad», en una súplica extremadamente humilde: «no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe [la fidelidad] de tu Iglesia». Y a continuación, haciendo presente al mismo Cristo resucitado, dice a los discípulos reunidos en su nombre: «La paz del Señor esté siempre con vosotros».
Por otra parte, la comunión está ya próxima, y no podemos unirnos a Cristo si permanecemos separados de nuestros hermanos. De ahí la exhortación: «Daos fraternalmente la paz». De este modo, la asidua participación en la eucaristía va haciendo de los cristianos hombres de paz, pues en la misa reciben una y otra vez la paz de Cristo, y eso les hace cada vez más capaces de comunicar a los hermanos la paz que de Dios han recibido. «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9).
La Instrucción Redemptionis sacramentum (2004), recordando normas precedentes, advierte que «cada uno dé la paz sobriamente, sólo a los más cercanos a él. El Sacedordote puede dar la paz a los ministros, permaneiendo siempre dentro del presbiterio, para no alterar la celebración. Hágase del mismo modo si, por una causa razonable, desea dar la paz a algunos fieles» (72).

3 de septiembre de 2014

El papa emérito Benedicto XVI recibió en audiencia pública el lunes a dos prominentes impulsores de la Misa en su Forma Extraordinaria.

El papa emérito se reunió ayer por la tarde con Cosimo Marti, cofundador y tesorero  de la Federación Internacional Juventutem, un movimiento de católicos jóvenes  que favorecen la Misa Tridentina. Fue acompañado por Joseph Capioccia, director de la peregrinación “Summorum Pontificum Populus”, una peregrinación internacional a Roma que viene organizándose desde 2012.

2 de septiembre de 2014

¿Es conveniente comulgar con frecuencia?


–Este tema es sin duda más gordo que los otros que ha tratado sobre la comunión.
–Bueno, casi mejor digamos que es más importante, más grave y transcendente.
–La frecuencia de la comunión, actitudes diversas durante siglos
En la antigüedad cristiana, sobre todo en los siglos III y IV, hay numerosas huellas documentales que hacen pensar en la normalidad de la comunión diaria. Los fieles cristianos más piadosos, respondiendo sencillamente a la voluntad expresada por Cristo, «tomad y comed, tomad y bebed», veían en la comunión sacramental el modo normal de consumar su participación en el sacrificio eucarístico. Sólo los catecúmenos o los pecadores sujetos a disciplina penitencial se veían privados de ella. Pronto, sin embargo, incluso en el monacato naciente, este criterio tradicional se debilita en la práctica o se pone en duda por diversas causas. La doctrina de San Agustín y de Santo Tomás podrán mostrarnos autorizadamente esta diversidad de prácticas.
Santo Tomás (+1274), tan respetuoso siempre con la tradición patrística y conciliar, examina la licitud de la comunión diaria, adivirtiendo que, por parte del sacramento, es claro que «es conveniente recibirlo todos los días, para recibir a diario su fruto». En cambio, por parte de quienes comulgan, «no es conveniente a todos acercarse diariamente al sacramento, sino sólo las veces que se encuentren preparados para ello. Conforme a esto se lee [en Genadio de Marsella, +500]: “ni alabo ni critico el recibir todos los días la comunión eucarística”» (STh III,80,10). Y en ese mismo texto Santo Tomás precisa mejor su pensamiento sobre la frecuencia de la comunión: «El amorenciende en nosotros el deseo de recibirlo, y del temor nace la humildad de reverenciarlo. Las dos cosas, tomarlo a diario y abstenerse alguna vez, son indicios de reverencia hacia la eucaristía. Por eso dice San Agustín [+430]: “cada uno obre en esto según le dicte su fe piadosamente; pues no altercaron Zaqueo y el Centurión por recibir uno, gozoso, al Señor, y por decir el otro: “no soy digno de que entres bajo mi techo”. Los dos glorificaron al Salvador, aunque no de una misma manera. Con todo, el amor y la esperanza, a los que siempre nos invita la Escritura, son preferibles al temor. Por eso, al decir Pedro “apártate de mí, Señor, que soy hombre pecador”, responde Jesús: “no temas”» (ib. ad 3m).

1 de septiembre de 2014

LAS DISPOSICIONES PARA RECIBIR LA SAGRADA COMUNIÓN


[80.] La Eucaristía sea propuesta a los fieles, también, «como antídoto por el que somos liberados de las culpas cotidianas y preservados de los pecados mortales», como se muestra claramente en diversas partes de la Misa. Por lo que se refiere al acto penitencial, situado al comienzo de la Misa, este tiene la finalidad de disponer a todos para que celebren adecuadamente los sagrados misterios, aunque «carece de la eficacia del sacramento de la Penitencia», y no se puede pensar que sustituye, para el perdón de los pecados graves, lo que corresponde al sacramento de la Penitencia. Los pastores de almas cuiden diligentemente la catequesis, para que la doctrina cristiana sobre esta materia se transmita a los fieles.