26 de agosto de 2014

El ministro extraordinario de la comunión


[154.] Como ya se ha recordado, «sólo el sacerdote válidamente ordenado es ministro capaz de confeccionar el sacramento de la Eucaristía, actuando in persona Christi». De donde el nombre de «ministro de la Eucaristía» sólo se refiere, propiamente, al sacerdote. También, en razón de la sagrada Ordenación, los ministros ordinarios de la sagrada Comunión son el Obispo, el presbítero y el diácono, a los que corresponde, por lo tanto, administrar la sagrada Comunión a los fieles laicos, en la celebración de la santa Misa. De esta forma se manifiesta adecuada y plenamente su tarea ministerial en la Iglesia, y se realiza el signo del sacramento.

[155.] Además de los ministros ordinarios, está el acólito instituido ritualmente, que por la institución es ministro extraordinario de la sagrada Comunión, incluso fuera de la celebración de la Misa. Todavía, si lo aconsejan razones de verdadera necesidad, conforme a las normas del derecho, el Obispo diocesano puede delegar también otro fiel laico como ministro extraordinario, ya sea para ese momento, ya sea para un tiempo determinado, recibida en la manera debida la bendición. Sin embargo, este acto de designación no tiene necesariamente una forma litúrgica, ni de ningún modo, si tiene lugar, puede asemejarse la sagrada Ordenación. Sólo en casos especiales e imprevistos, el sacerdote que preside la celebración eucarística puede dar un permiso ad actum.

Ofrezcamos la santa Misa para que termine esta barbarie


El documental que muestra por dentro cómo opera el Estado Islámico

Un periodista de VICE News convivió tres semanas con los extremistas musulmanes. Dialogó con ellos, estuvo en múltiples operativos y vio cómo aplican la implacable sharia. Medyan Dairieh fue el único periodista que pudo documentar por dentro cómo actúan los terroristas del Estado Islámico. Fue, además, el único corresponsal con quien aceptaron dialogar y dar información.

Dairieh logró captar las mejores imágenes de los terroristas y participó en varias de sus matanzas como un testigo «privilegiado» de este grupo fundamentalista que quiere imponer la sharia en gran parte del mundo.



24 de agosto de 2014

La celebración correcta de la Santa Misa



1. LA MATERIA DE LA SANTÍSIMA EUCARISTÍA

[48.] El pan que se emplea en el santo Sacrificio de la Eucaristía debe ser ázimo, de sólo trigo y hecho recientemente, para que no haya ningún peligro de que se corrompa.Por consiguiente, no puede constituir la materia válida, para la realización del Sacrificio y del Sacramento eucarístico, el pan elaborado con otras sustancias, aunque sean cereales, ni aquel que lleva mezcla de una sustancia diversa del trigo, en tal cantidad que, según la valoración común, no se puede llamar pan de trigo. Es un abuso grave introducir, en la fabricación del pan para la Eucaristía, otras sustancias como frutas, azúcar o miel. Es claro que las hostias deben ser preparadas por personas que no sólo se distingan por su honestidad, sino que además sean expertas en la elaboración y dispongan de los instrumentos adecuados.
[49.] Conviene, en razón del signo, que algunas partes del pan eucarístico que resultan de la fracción del pan, se distribuyan al menos a algunos fieles, en la Comunión. «No obstante, de ningún modo se excluyen las hostias pequeñas, cuando lo requiere el número de los que van a recibir la sagrada Comunión, u otras razones pastorales lo exijan»; más bien, según la costumbre, sean usadas sobretodo formas pequeñas, que no necesitan una fracción ulterior.
[50.] El vino que se utiliza en la celebración del santo Sacrificio eucarístico debe ser natural, del fruto de la vid, puro y sin corromper, sin mezcla de sustancias extrañas.En la misma celebración de la Misa se le debe mezclar un poco de agua. Téngase diligente cuidado de que el vino destinado a la Eucaristía se conserve en perfecto estado y no se avinagre. Está totalmente prohibido utilizar un vino del que se tiene duda en cuanto a su carácter genuino o a su procedencia, pues la Iglesia exige certeza sobre las condiciones necesarias para la validez de los sacramentos. No se debe admitir bajo ningún pretexto otras bebidas de cualquier género, que no constituyen una materia válida.

23 de agosto de 2014

Hora Santa: La mirada de Jesús en la Eucaristía



Exposición del Santísimo Sacramento

Canto de Adoración...

Recordemos aquello del Santo Cura de Ars: “El me mira…y yo lo miro”

Invoquemos al Espíritu Santo para que nos ayude a rezar, tomando conciencia que Jesucristo nos está mirando: Cantamos "Veni creator"...

Ciertamente, como decía la Madre Teresa de Calcuta:

“La cosa más importante no es lo que decimos nosotros, sino lo que Dios nos dice a nosotros. Jesús está siempre ahí, esperándonos. En el silencio nosotros escuchamos su voz”

En la Eucaristía la Iglesia nos dice: "Déjense mirar por el Señor"

Hagamos silencio... 

María Reina: oraciones de la Misa


Antífona de entrada     Cf. Sal 44, 10

La Reina está de pie, a tu derecha,
con un vestido precioso, rodeada de esplendor.

Oración colecta

Padre, que nos diste como Madre y Reina nuestra
a la santa Madre de tu Hijo,
concédenos en tu bondad que,
sostenidos por su oración poderosa,
alcancemos la gloria de hijos tuyos en el reino de los cielos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.

21 de agosto de 2014

El catequista y la Eucaristía


La catequesis está intrínsecamente unida a toda la acción litúrgica y sacramental, porque es en los sacramentos y sobre todo en la eucaristía donde Jesucristo actúa en plenitud para la transformación de los hombres.

20 de agosto de 2014

Frases de san Bernardo sobre la Eucaristía



“La Eucaristía es ese amor que sobrepasa todos los amores en el Cielo y en la tierra".

"Uno obtiene más mérito asistiendo a una Santa Misa con devoción, que repartiendo todo lo suyo a los pobres y viajando por todo el mundo en peregrinación".

19 de agosto de 2014

La Santa Eucaristía y la Santísima Trinidad



Cuando comulgamos, cuando estamos frente a la Eucaristía, entramos en una comunión misteriosa y profunda con toda la Trinidad: a través de Jesús, en su Espíritu, entramos en comunión con el Padre. Nosotros ahora mismo podemos realizar esto. Estamos frente a Jesús. El secreto es ofrecerse por completo, no reteniendo voluntariamente nada para sí mismo. Jesús en la cruz fue todo él una ofrenda, una hostia. No había fibra alguna de su cuerpo o sentimiento de su alma que no fuese ofrecida al Padre; todo estaba sobre el altar. Todo aquello que uno retiene para sí, se pierde, porque no se posee sino lo que se da. San Francisco de Asís, concluye una de sus admirables páginas sobre la santa misa, con esta exhortación: «Mirad, hermanos, la humildad de Dios y derramada ante él vuestros corazones; humillaos también vosotros, para ser enaltecidos por él. En conclusión: nada de vosotros retengáis para vosotros mismos, para que enteros os reciba el que todo entero se os entrega». El autor de la Imitación de Cristo hace decir a Jesús: «Me he ofrecido por entero al Padre, por ti he dado todo mi cuerpo y mi sangre como alimento, para ser todo tuyo, y tú mío para siempre. Pero si quieres pertenecerte a ti mismo y no te ofreces espontáneamente a mi voluntad, no habrá ofrenda completa, ni existirá una perfecta unión entre nosotros» Lo que uno retiene para sí, para conservar un margen de libertad con Dios, contamina todo el resto. Es como ese pequeño hilo de seda, del que habla san Juan de la Cruz, que impide al pájaro volar.

18 de agosto de 2014

San Pio X, patrono de los catequistas: sobre la comunión frecuente y de niños


"Quam singulari"


DECRETO DE LA CONGREGACIÓN DE SACRAMENTOS

8 de agosto de 1910


1.      Amor de Jesús a los niños 
Cuán singular amor profesó Jesucristo a los niños, durante su vida mortal, claramente lo manifiestan las páginas del Evangelio. Eran sus delicias estar entre ellos; acostumbraba a imponerles sus manos, los abrazaba, los bendecía. Llevó a mal que sus discípulos los apartasen de El, reconviniéndoles con aquellas graves palabras: Dejad que los niños vengan a Mí, y no se lo vedéis, pues de ellos es el reino de los cielos. En cuánto estimaba su inocencia y el candor de sus almas, lo expresó bien claro cuando, llamando a un niño, dijo a sus discípulos: En verdad os digo, si no os hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Cualquiera, pues, que se humillare como este niños, ése es el mayor en el reino de los cielos. El que recibiere a un niño así en mi nombre, a Mí me recibe.

17 de agosto de 2014

La diócesis de Oklahoma lanza una campaña de oración ante la no cancelación de una «misa negra»


La llamada de la Iglesia para pedir la cancelación de una «misa negra» publicitada como espectáculo y programada para el día 21 de septiembre en la ciudad de Oklahoma, Estados Unidos, continúa ante la ausencia de intervención de las autoridades. La denuncia de la Archidiócesis fue respaldada por la Gobernadora del estado, pero la funcionaria afirmó no poder prohibir el evento blasfemo. «Eso no quiere decir que no podamos condenarlo con los términos más fuertes posibles por el escándalo moral que representa», declaró.
La Iglesia, ante esta situación, organizó una notable campaña de oración para evitar la grave ofensa a Dios.
«Incluso aunque los tiquets sean vendidos para este evento como si fuera algún tipo de oscuro entretenimiento, este ritual satánico es fatalmente serio», advirtió Mons. Paul Coakley, Arzobispo de Oklahoma, el pasado 04 de agosto. «Es una inversión blasfema y obscena de la Eucaristía Católica». El prelado llamó a la oración y la penitencia advirtiendo del posible uso sacrílego de una Hostia Consagrada en el rito. «Este terrible sacrilegio es un ataque deliberado contra la Eucaristía Católica así como las creencias fundamentales de todos los cristianos».

La dimensión sagrada de la Eucaristía: descubramos la realidad sobrenatural


Ante todo queremos recordar una verdad, por vosotros bien sabida, pero muy necesaria para eliminar todo veneno de racionalismo; verdad, que muchos católicos han sellado con su propia sangre y que celebres Padres y Doctores de la Iglesia han profesado y enseñado constantemente, esto es, que la Eucaristía es un altísimo misterio, más aún, hablando con propiedad, como dice la sagrada liturgia, el misterio de fe. Efectivamente, sólo en él, como muy sabidamente dice nuestro predecesor León XIII, de feliz memoria, se contienen con singular riqueza y variedad de milagros todas las realidades sobrenaturales.

Luego es necesario que nos acerquemos, particularmente a este misterio, con humilde reverencia, no siguiendo razones humanas, que deben callar, sino adhiriéndonos firmemente a la Revelación divina.

La dimensión sagrada de la Eucaristía: motivos de solicitud pastoral y de preocupación


Sin embargo, venerables hermanos, no faltan, precisamente en la materia de que hablamos, motivos de grave solicitud pastoral y de preocupación, sobre los cuales no nos permite callar la conciencia de nuestro deber apostólico.

En efecto, sabemos ciertamente que entre los que hablan y escriben de este sacrosanto misterio hay algunos que divulgan ciertas opiniones acerca de las misas privadas, del dogma de la transustanciación y del culto eucarístico, que perturban las almas de los fieles, causándoles no poca confusión en las verdades de la fe, como si a cualquiera le fuese lícito olvidar la doctrina, una vez definida por la Iglesia, o interpretarla de modo que el genuino significado de las palabra o la reconocida fuerza de los conceptos queden enervados.

La dimensión sagrada de la Eucaristía: la razón de las crisis en la Iglesia son debidas a las "heridas eucarísticas"


Nosotros, Obispos y Sacerdotes, no sólo somos testigos de profundos cambios, sino actores comprometidos en esos procesos de transformación que  afectan a diferentes ambientes de nuestra Iglesia. Y, como sucedió muchas veces a través de tantas épocas y lugares, también la crisis actual de la Iglesia radica principalmente en la herida Eucarística, en la irreverencia y falta de cuidado en el trato con Jesús Eucaristía.

14 de agosto de 2014

Hora santa en la solemnidad de la Asunción de María


Exposición del Santísimo y canto de adoración
 
PRIMER MISTERIO GLORIOSO

 LA RESURRECCIÓN

“Digno es el Cordero degollada de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza” (Ap. 5,12).

LA GLORIA DE LA FE

“La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven” (Hb. 11,1)

 La gloriosa resurrección de nuestro Señor se prolonga en la gloria del Santísimo Sacramento, porque aquí es donde permanece nuestro Salvador Resucitado, derramando Su vida, Su luz y Su amor, sobre todos los que vienen ante Su presencia. Este es el sacramento de la pascua, porque la Eucaristía hace presente todo el Misterio Pascual de Cristo y es la consumación de los misterios de Su vida, muerte y resurrección. La Eucaristía es nuestro Señor Resucitado de donde brota el poder de Su resurrección y se derrama sobre todos los que vienen ante su presencia eucarística, para que Su imagen y semejanza crezca en nosotros. El verdadero cristiano es el que cree que Cristo está vivo hoy en el Santísimo Sacramento, donde permanece amándonos y llamándonos para que vayamos a Él.

“Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que Tú has enviado” (Jn. 17,3).

 Si nuestra fe en la Eucaristía es débil, sólo tenemos que decirle:

“Creo, ayuda a mi poca fe” (Mc. 9,24).

Para recibir el regalo de la fe lo único que hay que hacer es pedirlo:

“Yo os digo: Pedid y se so dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá” (Lc. 11,9).

Supliquémosle humildemente como lo hicieron los apóstoles:

“Auméntanos la fe” (Lc. 17,5), y como Pedro, preguntémosle:

“Señor, ¿dónde quién vamos a ir? Tú tiene palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo de Dios” (Jn. 6, 68-69)

Cuando Jesús se apareció  a los apóstoles le dijo a Tomás:

“Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído” (Jn. 20,29).

Con estas palabras Jesús te llama a ti dichoso por tu fe en la Eucaristía. ¡Esta es la gloria de la fe! Creemos en Su presencia real, creemos en la transubstanciación, no porque lo vemos o entendemos cómo ocurre, sino por nuestra FE EN JESÚS, quien

“Mientras estaban comiendo, tomó pan y lo bendijo, lo partió y dándoselo a Sus discípulos dijo: Tomad, comed, ÉSTE ES MI CUERPO” (Mt. 26, 26)

 En Su discurso eucarístico le preguntaron a Jesús:

“¿Qué tenemos que hacer para obrar las obras de Dios? Él respondió: “La obra de Dios es QUE CREÁIS EN QUEN ÉL HA ENVIADO” (Jn. 6,28-29).

Si pudiésemos ver a Jesús, todo el mundo querría estar con Él, pero oculta su gloria y su belleza en el Santísimo Sacramento porque quiere que vengamos a Él por la fe PARA QUE LO AMEMOS POR SÍ MISMO.

Jesús recompensa la fe de todos los que vienen a Él y hace brillar sobre cada persona Su gloria oculta bañando a cada uno con Su belleza; para que en cada momento pasado ante Su presencia eucarística en la tierra, cada alma sea más gloriosa y más bella para el cielo.

“Llenaré de gloria esta Casa... grande será la gloria de esta Casa... y en este lugar daré yo paz” (Ag. 2,7-9)

Aquí encontramos a Jesús como Sus discípulos lo encontraron en el camino de Emaús, y Él nos habla a nuestro corazón:

“La paz con vosotros” (Jn. 20,19). “Ánimo, que soy yo, no temáis” (Mt. 14, 27).

Juan Bautista dio testimonio de Jesús en el Jordán y proclamó “He ahí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn. 1, 29).

Nosotros también damos testimonio de nuestra fe con cada hora santa que hacemos y proclamamos a todo el mundo:

“He ahí el Cordero de Dios” (Jn. 1, 29).

“Digno es el Cordero... de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza” (Ap. 5,12)

Aquí está Jesús, el Cordero Pascual digno e infinitamente merecedor de nuestra adoración incesante, porque Él es la Víctima Divina que murió por nuestra salvación y continúa inmolándose en la Sagrada Eucaristía.

Como el Cordero de Apocalipsis, Jesús da vida al mundo a través de este Santísimo Sacramento. “En el banquete pascual Cristo es consumido, la mente se llena de gracia, y se nos da una prenda de la gloria futura”

En este misterio Eucarístico Jesús exclama:

“Yo soy la resurrección y la vida” (Jn. 11, 25).

Con nuestra adoración eucarística damos testimonio de Su resurrección y le decimos al mundo entero: “Es verdad. El Señor ha resucitado” (Lc. 24, 34). “He aquí a Dios mi Salvador... Yahveh es mi fuerza y mi canción” (Is. 12, 2).

Oración final

Jesús, aumenta nuestra fe en Tu presencia real en el Santísimo Sacramento que es el misterio de nuestra fe; para que, como los discípulos que te reconocieron “en la fracción del pan(Lc. 24, 35) lleguemos a conocerte en la Eucaristía de manera íntima y personal.

Danos una fe viva y profunda, que crezca hasta ser para nosotros “la garantía de lo que se espera, la prueba de las realidades que no se ven” (Hb. 11,1), y nos hagas capaces de conocer la dulzura de tu amor, “que excede a todo conocimiento” (Ef. 3, 19).

Te rogamos, por medio del Corazón Inmaculado de María, que ayudes a nuestra parroquia, y a todas las demás parroquias del mundo a ser comunidades de fe para que respondan a Tu deseo de ser amado día y noche en el Santísimo Sacramento, donde Tú nos llamas a orar “constantemente” (1 Ts. 5, 17), porque aquí es donde vives Tú, Nuestro Salvador resucitado, ayudándonos con el poder de Tu resurrección a tener parte en Tus sufrimientos, para que podamos compartir la gloria de Tu resurrección. Con cada ‘Avemaría’  de este misterio profundiza nuestra unión contigo, hasta que nuestra oración sincera sea: “LO ÚNICO QUE QUIERO ES CONOCER A CRISTO JESÚS” (Flp. 3, 10).



13 de agosto de 2014

San Tarsicio: ejemplo de fortaleza



El nombre Tarsicio -según algunos autores- deriva de la palabra griega tharsos, que significa valor, audacia, confianza. Su fortaleza es una prueba más de que -desde los comienzos- la Iglesia entendía las palabras de Jesucristo: esto es mi cuerpo, ésta es mi sangre, de un modo real, no metafórico.

¿Quién se hubiera dejado lapidar por un símbolo? San Justino afirmaba que la Eucaristía es "la carne y la sangre de aquel Jesús que se encarnó", y San Ireneo añadía que el Cuerpo resucitado de Cristo vivifica nuestra carne: al comulgar "nuestros cuerpos no son corruptibles sino que poseen el don de la resurrección para siempre".

11 de agosto de 2014

Santa Clara y la Eucaristía


Santa Clara de Asís se revela también como una auténtica intérprete y copia fiel del padre san Francisco. En sus escritos faltan enseñanzas de especial importancia sobre el misterio eucarístico, pero su vida, según los testimonios de los le estuvieron cerca, fue la lección incomparable de su conciencia de la centralidad de la eucaristía, de su fe luminosa y de su amor apasionado por el sacramento del altar: las mismas características de Francisco.

En el proceso de canonización sus hijas compiten en recordar su gran fe y conmoción mezclada de temor, cuando se acercaba a la mesa eucarística. "Y dijo que dicha madonna Clara se confesaba muchas veces, y recibía a menudo el santo sacramento del cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, mientras temblaba toda ella, cuando lo recibía"; "y, de manera especial, derramaba muchas lágrimas cuando recibía el cuerpo de nuestro Señor Jesucristo".

Mientras en los escritos de san Francisco y en los distintos testimonios se habla de cuerpo y de la sangre, a propósito de Clara no se hace referencia a la sangre, confirmando tal vez la desaparición de la comunión con el cáliz, debido al desarrollo de la devoción a la hostia. La referencia a la confesión, motivada por el deseo de purificación y por la conciencia de la propia indignidad, está en línea con la recomendación de san Francisco y con el uso, en vías de desarrollo, de la confesión frecuente.

5 de agosto de 2014

LA EUCARISTÍA ES UNA RELACIÓN PERSONAL Y COMUNITARIA CON JESUCRISTO


        La comunión eucarística es expresión de una relación personal y comunitaria con Jesucristo. A diferencia de nuestros hermanos protestantes y en línea con la tradición de la Iglesia, para los católicos ésta expresa la unión perfecta entre la cristología y la eclesiología. Por consiguiente, no puedo tener una relación personal con Cristo y con su verdadero Cuerpo presente en el sacramento del altar y, al mismo tiempo, contradecir al mismo Cristo en su Cuerpo místico, presente en la Iglesia y en la comunión eclesial. Por lo tanto, podemos afirmar sin error que si alguien se encuentra en situación de pecado mortal no puede y no debe acercarse a la comunión.

        Esto sucede siempre, no sólo en el caso de los divorciados vueltos a casar, sino en todos los casos en los que haya una ruptura objetiva con lo que Dios quiere para nosotros. Éste es por definición el vínculo que se establece entre los diversos sacramentos. Por ello, es necesario estar muy atentos frente a una concepción inmanentista del sacramento de la eucaristía, es decir, a una comprensión fundada sobre un individualismo extremo, que subordine a las propias necesidades o a los propios gustos la recepción de los sacramentos o la participación en la comunión eclesial.