23 de agosto de 2014

Hora Santa: La mirada de Jesús en la Eucaristía



Exposición del Santísimo Sacramento

Canto de Adoración...

Recordemos aquello del Santo Cura de Ars: “El me mira…y yo lo miro”

Invoquemos al Espíritu Santo para que nos ayude a rezar, tomando conciencia que Jesucristo nos está mirando: Cantamos "Veni creator"...

Ciertamente, como decía la Madre Teresa de Calcuta:

“La cosa más importante no es lo que decimos nosotros, sino lo que Dios nos dice a nosotros. Jesús está siempre ahí, esperándonos. En el silencio nosotros escuchamos su voz”

En la Eucaristía la Iglesia nos dice: "Déjense mirar por el Señor"

Hagamos silencio... 



Canto de Adoración...

Meditamos juntos:

A lo largo de la vida, uno va curando su mirada, la va purificando de tantas cosas que quizá la enturbiaron. Una mirada hermosa necesita tiempo, necesita haber visto muchas cosas en la vida y en el propio corazón, haberse rebalsado de risas y haber pasado por el crisol misterioso del dolor. Y necesita, por encima de todo, “dejarse mirar por Dios”.

….La mirada de Jesús es misericordiosa y profunda. Nos mira y nos confronta con sus ojos penetrantes…No son severos, ni juzgan, pero ven todo lo que existe…Expresan una omnipotencia que no inspira miedo, sino que manifiesta el cuidado amoroso de alguien que está pendiente de nosotros en todo momento y en todo lugar, expresan un deseo de mirar dentro de los corazones y entenderlos. Su mirada es clara y benevolente…nos hace sentir cercanos a El…Sus ojos nos ven en lo más escondido y nos aman con una misericordia divina…Al mirar a Jesús a los ojos sentimos satisfecha nuestra más profunda aspiración. Esos mismos ojos que ven el corazón de Dios (Padre), vieron los sufrimientos del corazón del pueblo de Dios y lloraron (Jn 11, 36). Su afable humanidad nos pide dejar a un lado nuestros miedos y acercarnos a él con confianza y amor. Vemos sus ojos, unos ojos que penetran no sólo la interioridad del mismo Dios, sino la inmensidad del sufrimiento humano…Si contemplamos así a Cristo, él nos conduce al corazón de Dios al mismo tiempo que nos acerca al corazón de todo lo que es humano.


Al amparo de esa mirada, uno debe entablar un diálogo con el Señor. Así lo aconsejaba Santa Teresa: “Represéntenlo al Señor junto a ustedes y no estén sin tan buen amigo…ÉL ve lo que hacen con amor…Si están alegres, mírenlo (y déjense mirar por Él) resucitado… Si están con mucho estudio o tristes, mírenlo (y déjense mirar por Él) camino del huerto… o mírenlo atado a la columna, o cargando con la cruz… y Él olvidará sus dolores para consolar los de ustedes… Y si no sólo quieren mirarlo sino también hablar con él, háganlo no sólo con oraciones compuestas, sino de la pena de su corazón. En la Eucaristía revivimos los misterios de la vida de Cristo: allí nos espera para que nos dejemos mirar por Él.

Hagamos silencio...

Aclamaciones eucarísticas

Bendición con el Santísimo Sacramento

Canto final...

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