Venite seorsum in desertum locum et requiescite pusillum”
Mc.6, 31
Venid a un sitio tranquilo;
a un lugar apartado del bullicio agobiante
que nos acompaña día y noche;
a un lugar retirado
de vuestros negocios y preocupaciones,
de vuestras falsas necesidades;
a un lugar apropiado para encontrarnos con Dios,
entre vosotros y con vosotros mismos.
Venid a un sitio adecuado para reparar fuerzas.
Y descansad un poco.
Detened vuestro ritmo alocado.
Haced un alto en el camino.
Sosegaos de tanto ajetreo.
Que se calmen vuestros nervios.
Que se serene vuestro espíritu.
Dejad la mochila a un lado,
quitaos las sandalias y lavaos el cuerpo entero.
Los que estáis rendidos y agobiados,
los que vivís bajo el yugo de las responsabilidades,
los que soportáis el peso de los compromisos
y de las obligaciones ineludibles,
los que camináis con los ojos tristes
y la espalda doblada,
los que ya sólo divisáis niebla en el horizonte,
los que no sabéis vivir sin cargas y cruces,
echaos el freno y apeaos
para reparar fuerzas.
Yo os aliviaré.
Os sanaré la mente..
Curaré vuestras heridas.
Tonificaré vuestro corazón
Calmaré vuestra ansiedad.
Os quitaré las pesadillas….
Estaré con vosotros en todo momento.
Tomaos un respiro conmigo para reparar fuerzas.
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