27 de febrero de 2012

La Eucaristía, prolongación de la presencia de Cristo entre los hombres

Sobre los escritos de Santa Teresa de Ávila  referidos a la Eucaristía.
Para Santa Teresa de Jesús, doctora mística por excelencia la Eucaristía es presencia "velada" de la Humanidad de Cristo, como la Encarnación fue presencia velada de su Divinidad. La Eucaristía, bajo los signos del pan y del vino, es una nueva "forma" de su Persona Gloriosa. Su Divina Majestad, el Esposo, el Señor, "disfrazado" en el Santísimo Sacramento. Santa Teresa habla de este modo especialmente en el comentario que hace a la petición del Padrenuestro "Panem nostrum quotidianum da nobis hodie" en los capítulos 33, 34 y 35 de su Libro Camino de Perfección.
Habla también la Santa de una Majestad tan grande disimulada bajo los accidentes del pan y del vino (cfr. C 33,9), o disimulada "en cosa tan poca como la Hostia" (V 38,21). Pero todo ello hecho en una cercanía máxima, aunque misteriosa. El misterio no suprime nada a la cercanía que se da en el Santísimo Sacramento. Cercanía misteriosa, importante y decisiva, para el orante, necesitado de entrar en la presencia misteriosa del Otro -de Cristo-, para posibilitar el trato recíproco de amor.
Esa misteriosa presencia de Cristo en el Santísimo Sacramento es la más excelente plataforma para poder realizar todas las formas de la oración: adorar, bendecir, dar gracias, alabar, reparar, pedir... Y de modo muy singular, para unirse a Cristo, y orar con Él y por Él al Padre, por la Iglesia (cfr. C capítulo 34)
La Eucaristía es misterio de presencia y de comunión: principio y semilla de unión. Esta comunión es propuesta por Teresa como un proceso de interiorización-inmersión. Comulgando interiorizamos al Señor, y nos interiorizamos por inmersión con Él: Él en nosotros, y nosotros en Él. Usa la Santa los términos bíblicos de "templo" y "posada", para aplicarlos a ese momento del Banquete Eucarístico, en el que el Señor se convierte en comida -y bebida- del que comulga. Lo más importante en ese momento de la Comunión es la "unión" que se realiza entre Cristo y el comulgante.
La Eucaristía es manifestación suma de Cristo y de su amor. En ella se nos descubre, se nos da a conocer, de manera especial; está oculto, pero dispuesto a manifestarse al que comulga según la medida de sus deseos. El Señor tiene muchísimas formas de manifestarse; pero de hecho "se descubre" del todo, sólo "a quien mucho lo desea" (C 34,10 y 12). No se olvide que el Sacramento-Banquete requiere hambre espiritual para ser recibido adecuadamente.
Cristo en la Eucaristía está sacrificado; de este modo puede ser ofrecido en sacrificio al Padre. No sólo en la Misa. Ni sólo el sacerdote. Sino en cualquier momento y por cualquiera de nosotros, llamados así a ejercer lo sumo del sacerdocio bautismal por el que se participa del único sacerdocio de Cristo (cfr. C capítulo 35). Este aspecto, que acabo de reseñar, adquiere valor especial en la formación de la carmelita, pues la Santa la responsabiliza con la oración, desde el primer capítulo de Camino de Perfección, de las grandes necesidades de la Iglesia.
La Comunión es el momento de "negociar" con el Señor; es decir, es el momento de la petición, de la intercesión: "Estaos con Él de buena gana. No perdáis tan buena sazón [es decir, tan buena oportunidad] de negociar como es la hora después de haber comulgado. Si la obediencia os mandare, hermanas, otra cosa, procurad dejar el alma con el Señor" (C 34,10). Es también tiempo oportuno para que se nos dé a conocer, para que nos enseñe este buen Maestro, y para suplicarle que no se vaya de junto a nosotros (cfr. C 34,10). En la memoria de las primeras carmelitas fundadas por santa Teresa de Jesús quedó impreso el recuerdo de la última oración de la Mística Doctora en el lecho de muerte. Ya sin fuerzas, al acercarse el Santísimo a su celda, la enferma se incorpora en la tarima, inicia en voz alta el último diálogo con Dios, y le repite una y otra vez: "Hora es ya, Esposo mío, de que nos veamos". Bellísima catequesis práctica de santa Teresa de Jesús acerca del Santísimo Sacramento: la Eucaristía, sacramento-sacrificio, y celebración gozosa del Misterio Pascual.
(del profesor Mauricio Martín del Blanco)



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