9 de agosto de 2010

El 26 de agosto de 1910 nació una santa...


Madre Teresa fue una mujer que conoció a Jesús Vivo. Lo descubrió en los pobres y en la Eucaristía. Y vos, ¿conocés a Jesús Vivo? ¿Estas convencido de Su amor por vos en la Eucaristía?

Madre Teresa y la Eucaristía


"Cristo se convirtió en el Pan de Vida porque comprendió la necesidad, el hambre que teníamos de Dios. Y nosotros debemos comer este Pan y la bondad de su amor para poder compartirlo.
La eucaristía es el signo más tangible del amor de Dios por el hombre, ya que renueva permanentemente su sacrificio por amor a nosotros. Y es la Misa, nuestra oración diaria, el lugar donde nos ofrecemos con y por Cristo para ser distribuidos entre los más pobres de los pobres.
La eucaristía es el misterio de nuestra unión profunda con Cristo."

"La Eucaristía y el pobre no son más que un mismo amor.
Para ser capaces de ver, para ser capaces de amar, tenemos necesidad de una profunda unidad con Cristo, de una oración intensa.
Por eso las Hermanas empiezan su jornada con la misa, la Santa Comunión, la meditación. Y la cerramos con una hora de adoración al Santísimo.
Esta unión eucarística constituye nuestra fuerza, nuestra alegría y nuestro amor."

Cree que Él, Jesús, está bajo la apariencia del Pan y que él, Jesús, se encuentra en el hambriento, el desnudo, el enfermo, el que está sólo, el no querido, el que no tiene hogar, el indefenso y el desesperado.


Madre Teresa y los pobres

"Los pobres son la esperanza del mundo porque nos proporcionan la ocasión de amar a Dios a través de ellos. Son el don de Dios a la humanidad, para que nos enseñen una manera diferente de amarlo, buscando siempre la manera de dignificarlos y rescatarlos.
Ellos son el signo de la presencia de Dios entre nosotros, ya que en cada uno de ellos es Cristo quien se hace presente.
Por eso, Él no nos preguntará cuántas cosas hicimos, sino cuánto amor pusimos en ellas."

"Cristo no puede engañarnos.
Por ello, nuestras vidas deben estar entrelazadas con la Eucaristía.
El Cristo que se nos ofrece bajo las apariencias de pan, y el Cristo que se oculta bajo las semblanzas doloridas del pobre es el mismo Jesús.
Por eso, nosotras no somos simples asistentes sociales.
Un cristiano, si cree que está alimentando a Cristo hambriento, que está vistiendo a Cristo desnudo, es un contemplativo desde el corazón mismo de su hogar, de su vida, del mundo mismo.
Por eso yo defino a nuestras Hermanas y Hermanos Misioneros de la Caridad como contemplativos insertos en el mismo corazón del mundo durante las veinticuatro horas del día."

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