11 de noviembre de 2014

Congregaciones religiosas y eucaristía


Institutos especialmente centrados en la veneración de la Eucaristía hay muy antiguos, como los monjes blancos o hermanos del Santo Sacramento, fundados en 1328 por el cisterciense Andrés de Paolo. Pero estas fundaciones se producen sobre todo a partir del siglo XVII, y llegan a su mayor número en el siglo XIX.



«No es exagerado decir que el conjunto de las congregaciones fundadas en el siglo XIX –adoratrices, educadoras o misioneras– profesa un culto especial a la Eucaristía: adoración perpetua, largas horas de adoración común o individual, ejercicios de devoción ante el Santísimo Sacramento expuesto, etc.» (Bertaud 1633).
Recordaremos aquí únicamente, a modo de ejemplo, a los Sacerdotes y a las Siervas del Santísimo Sacramento, fundados en 1856 y 1858 por san Pedro-Julián Eymard (+1868), que se dedican al apostolado eucarístico y a la adoración perpetua. Y a lasAdoratrices, siervas del Santísimo Sacramento y de la caridad, fundadas en 1859 por santa Micaela María del Santísimo Sacramento (+1865), que escribe en una ocasión:
«Estando en la guardia del Santísimo… me hizo ver el Señor las grandes y especiales gracias que desde los Sagrarios derrama sobre la tierra, y además sobre cada individuo, según la disposición de cada uno… y como que las despide de Sí en favor de los que las buscan» (Autobiografía 36,9).
Es en estos años, en 1848, como ya vimos, cuando Hermann Cohen inicia en París laAdoración Nocturna. En el siglo XX son también muchos los institutos que nacen con una acentuada devoción eucarística. En España, por ejemplo, podemos recordar los fundados por el Beato Manuel González, obispo (1887-1940): las Marías de los Sagrarios, las Misioneras eucarísticas de Nazaret, etc. En Francia, los Hermanitos y Hermanitas de Jesús, derivados de Charles de Foucauld (1858-1916) y de René Voillaume. También las Misioneras de la Caridad, fundadas por la Beata madre Teresa de Calcuta, se caracterizan por la profundidad de su piedad eucarística. En éstos y en otros muchos institutos, la Misa y la adoración del Santísimo forman el centro vivificante de cada día.

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