3 de diciembre de 2012

Necesidad de una sólida formación eucarística



Creo que esta formación tendría que abarcar tres campos: el teológico, litúrgico y espiritual, (para lo cual el instrumento privilegiado ha de ser el Catecismo de la Iglesia Católica, singularmente las “partes” dedicadas a la Liturgia y a la Oración, -junto al cual estarán la OGMR y los Praenotanda del Ritual para el Culto Eucarístico fuera de la Misa-); en segundo lugar el bíblico (que puede apoyarse sobre un buen “diccionario de teología bíblica” o sobre las “introducciones y notas” de una Biblia oficial –como es el caso de España-); finalmente no puede faltar la atención al campo pastoral (donde son textos de referencia las exhortaciones Evangelii nuntiandi, de Pablo VI, y Christifideles laici del beato Juan Pablo II - e incluso el Compendio de la Doctrina social de la Iglesia -).

Formación teológica, litúrgica y espiritual.

Una sólida formación litúrgica, teórica y práctica, para comprender que celebración (1), comunión (2), adoración-oración (3) y vida (4) son momentos de un mismo proceso sacramental. Momentos que constituyen una única realidad orgánica, reclamándose unos a otros para asegurar su veracidad y eficacia. No podemos descuidar ninguno de ellos, pero, sí podemos insistir en alguno en particular, cuando las circunstancias lo reclaman.

Las Obras eucarísticas de la Iglesia, según su especificidad fundacional, pueden poner acentos particulares en su formación y actividad, hasta llegar a destacar alguno o algunos de estos momentos, pero no pueden descuidar ninguno de ellos. De esta formación teológica surge un ars celebrandi así como una “calidad” de la adoración y unos más fecundos frutos de la comunión, que se traducen en la vida de santidad y de apostolado.

Formación bíblica.

La formación bíblica ha de hacer posible una escucha más dócil y fructuosa de la Palabra de Dios, una mayor capacidad para comprender el lenguaje de la fe, que empapa la oración cristiana. Y, lo que es más importante, ayudará a entender que la Palabra de Dios es mucho más que una colección de testimonios de fe del pasado, que es en realidad palabra viva y eficaz que se descubre operante en el Sacramento. Del mismo modo que la Palabra ayuda a descubrir la presencia sacramental, la presencia lleva a acoger la Palabra como donación de Dios y Obra de Dios.

Interesa fundamentalmente en esta dimensión formativa conocer la organicidad de los libros bíblicos, el desenvolvimiento de la Historia de Salvación y el conocimiento de los personajes, acontecimientos y realidades, que adquieren progresivamente un valor tipológico y desarrollan los grandes temas bíblicos (sacrificio, alianza, mesianismo…).

Tal formación bíblica permitirá descubrir el íntimo vínculo entre la escucha receptiva de la palabra y la comunión sacramental, entre la lectio divina y la adoración silenciosa, y entre la narración de los hechos inspirada por Dios y los hechos que transforman la realidad, obedeciendo la Palabra escuchada y acogida.

Formación Pastoral.

Esta buscará la eclesialidad de la propia vida, la integración de los procesos sacramentales personales en el gran dinamismo sacramental de la vida eclesial. No se trata tanto de ofrecer “recetarios” prácticos para la acción, cuanto ayudar a descubrir el sentido “coral” (o sinfónico) de la existencia cristiana. Si el obrar sigue al ser el ser se vive en el obrar.

La formación pastoral nos hace conscientes, gradualmente, de nuestra pertenencia a la Iglesia y de nuestra dignidad y misión, dentro de ella. Las Obras eucarísticas de la Iglesia, es verdad que no se definen por sus obras de apostolado, caridad, o acción cultural y social, pero, consagrándose a cultivar la adoración en sus múltiples formas y la espiritualidad eucarística, están provocando en la Iglesia un constante flujo de santidad y de compromiso cristiano. Esta “fontalidad” se ha de manifestar en la vida de sus miembros y en las consecuencias comunitarias de su presencia y acción, en las parroquias o diócesis donde están presentes.

 
En el 50° aniversario de la Federación Mundial de las Obras eucarísticas de la Iglesia Valencia, viernes 24 de noviembre de 2012 Monseñor Juan Miguel Ferrer, subsecretario de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos

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