22 de agosto de 2012

Preparándonos al año de la Fe: del "Pequeño catecismo eucarístico" II



LA PROMESA DE LA EUCARISTÍA

24. ¿Cuándo se comienza a hablar de la Eucaristía en el Evangelio? Se habla de la promesa de la Eucaristía en el capítulo 6 del Evangelio de San Juan. Es importante notar que esta promesa está anunciada por medio de dos milagros que se relatan ahí, y que demuestran el poder de Jesús sobre la naturaleza. Dichos milagros son «la multiplicación de los panes» y «Jesús camina sobre las aguas» del lago Tiberiades. De esta manera prepara Jesús a sus discípulos para aceptar el gran misterio de la Eucaristía. Quien puede multiplicar el pan y caminar sobre el agua, tendrá también el poder de transformar el pan y el vino en su Cuerpo y su Sangre.

25. ¿De qué manera promete Jesús la Eucaristía? Hace la promesa diciendo: «El pan que os daré es mi carne para la vida del mundo. Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna, porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida» (Jn 6, 51-55).

26. ¿Se podrían interpretar estas palabras en sentido simbólico, o sea, como si fueran simplemente «una manera de decir»? No, no es posible, porque cuando sus escuchas dijeron «este discurso es duro, ¿quién podrá aceptarlo?», Jesús no respondió «me han malinterpretado, yo hablé de manera simbólica»; al contrario: repitió lo que había dicho, e incluso muchos de los que estaban allí se alejaron de Él, escandalizados. Jesús no se asustó por esto y dijo a los discípulos: «¿También vosotros os queréis ir?», haciendo entender que Él aceptaría que se fueran sus discípulos, antes que cambiar cuanto había dicho (cfr. Jn 6, 59-68).

27. ¿Qué conclusiones podemos sacar? Podemos concluir afirmando que Jesús anunció un gran misterio, es decir, que nos daría su Carne para comer y su Sangre para beber, pero en ese momento no explicó cómo sería esto (es decir, bajo la forma del pan y del vino), dejó la explicación todavía entre penumbras. Por esto tenemos que admirar la gran fe de San Pedro y de los otros Apóstoles, quienes confiaron ciegamente en Jesús, aunque sin comprenderlo. De hecho, sólo en la Última Cena ellos supieron que Jesús les daría su Carne y su Sangre bajo la forma del pan y el vino.

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