8 de diciembre de 2010

Ave María Purísima

Hoy celebramos, junto a toda la Iglesia, la Solemnidad de la Inmaculada Concepción. Y, en verdad nos alegramos del gran regalo que Dios nos hizo en una Madre como la Virgen que, por su generosa entrega, nos dio al Redentor, a quien esperamos adorándolo en su Presencia Real.
La sóla evocación del nombre de nuestra Madre, enciende en nosotros toda ternura. Y es esta fiesta, para nuestra fraternidad virtual, de especial alegría.
¡Salve, Cuerpo verdadero, nacido de María, la Virgen, inmolado en la cruz por los hombres! Al hilo de estas palabras, podemos recordar un uso eucarístico vigente en la iglesia de Roma. En la solemnidad del Corpus Domini, terminada la Misa que el Papa ha celebrado en la Basílica Mayor de san Juan de Letrán, la asamblea se encamina en procesión con el Santísimo Sacramento a través de la via Merulana. ¿Hacia dónde? la procesión concluye justamente en la Basílica de Santa Maria Maggiore, el santuario mariano mas antiguo de occidente. Se esconde aquí una rica significación: en efecto, la solemnidad del Corpus Christi se halla estrechamente unida al misterio de la Encarnación. El Verbo se hace carne en el seno purísimo de María por obra del Espíritu Santo. Así, María da a luz al Hijo de Dios hecho hombre.
Cantemos junto a la Tradición de la Iglesia:
Se dio, naciendo, como amigo;
comiendo, se entregó
como alimento.

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