30 de mayo de 2015

Hora santa en honor a la Santísima Trinidad


Padre Bueno, Creador Todopoderoso, te adoro.

Hijo del Padre, Redentor nuestro, te adoro.

Espíritu Santo, Tú que procedes del Padre y del Hijo, te adoro.

Santísima Trinidad digna de toda gloria y agradecimiento, te adoro.

28 de mayo de 2015

Santísima Trinidad: comentario a la Liturgia de la Palabra de la Misa


Es un gran momento de alegría y comunión el que vivimos esta mañana, con la celebración del sacrificio eucarístico. Una gran asamblea, reunida con el Sucesor de Pedro, formada por fieles de muchas naciones. Es una imagen expresiva de la Iglesia, una y universal, fundada por Cristo y fruto de aquella misión que, como hemos escuchado en el evangelio, Jesús confió a sus apóstoles: Ir y hacer discípulos a todos los pueblos, «bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 18-19). Saludo con afecto y reconocimiento al Cardenal Angelo Scola, Arzobispo de Milán, y al Cardenal Ennio Antonelli, Presidente del Pontificio Consejo para la Familia, artífices principales de este VII Encuentro Mundial de las Familias, así como a sus colaboradores, a los obispos auxiliares de Milán y a todos los demás obispos. Saludo con alegría a todas las autoridades presentes. Mi abrazo cordial va dirigido sobre todo a vosotras, queridas familias. Gracias por vuestra participación.

En la segunda lectura, el apóstol Pablo nos ha recordado que en el bautismo hemos recibido el Espíritu Santo, que nos une a Cristo como hermanos y como hijos nos relaciona con el Padre, de tal manera que podemos gritar: «¡Abba, Padre!» (cf. Rm 8, 15.17). En aquel momento se nos dio un germen de vida nueva, divina, que hay que desarrollar hasta su cumplimiento definitivo en la gloria celestial; hemos sido hechos miembros de la Iglesia, la familia de Dios, «sacrarium Trinitatis», según la define san Ambrosio, pueblo que, como dice el Concilio Vaticano II, aparece «unido por la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo» (Const. Lumen gentium, 4). La solemnidad litúrgica de la Santísima Trinidad, que celebramos hoy, nos invita a contemplar ese misterio, pero nos impulsa también al compromiso de vivir la comunión con Dios y entre nosotros según el modelo de la Trinidad. Estamos llamados a acoger y transmitir de modo concorde las verdades de la fe; a vivir el amor recíproco y hacia todos, compartiendo gozos y sufrimientos, aprendiendo a pedir y conceder el perdón, valorando los diferentes carismas bajo la guía de los pastores. En una palabra, se nos ha confiado la tarea de edificar comunidades eclesiales que sean cada vez más una familia, capaces de reflejar la belleza de la Trinidad y de evangelizar no sólo con la palabra. Más bien diría por «irradiación», con la fuerza del amor vivido.

26 de mayo de 2015

La Eucaristía y la Liturgia de las Horas


«La Liturgia de las Horas extiende (PO 5) a los distintos momentos del día la alabanza y la acción de gracias… que se nos ofrecen en el Misterio eucarístico, “centro y cumbre de toda la vida de la comunidad cristiana” (CD 30)» (OGLH 12). Jesucristo manifiesta máximamente su amor al Padre precisamente en la ofrenda total de la Eucaristía, es decir, de la Cruz: «conviene que el mundo conozca que yo amo al Padre, y que, según el mandato que me dio el Padre, así hago» (Jn 14,31). Y una vez resucitado y ascendido a los cielos junto al Padre, «vive siempre para interceder por nosotros» (Heb 7,25).

24 de mayo de 2015

Espíritu Santo y Eucaristía


Por obra del Espíritu Santo se realiza la Eucaristía, el gran Mysterium fidei que actualiza el sacrificio pascual de Cristo en la Cruz. En la invocación del Espíritu Santo (epiclesis) que en todas las Plegarias eucarísticas precede a la Consagración, se contempla la transubstanciación como obrada por el Espíritu Santo. Por obra del Espíritu Santo es la Encarnación del Hijo, y por obra del Espíritu Santo se hace presente Cristo en el pan y el vino consagrados:


22 de mayo de 2015

Domingo de Pentecostés: comentario a la Liturgia de la Palabra de la Misa


Cada vez que celebramos la eucaristía vivimos en la fe el misterio que se realiza en el altar; es decir, participamos en el acto supremo de amor que Cristo realizó con su muerte y su resurrección. El único y mismo centro de la liturgia y de la vida cristiana —el misterio pascual—, en las diversas solemnidades y fiestas asume "formas" específicas, con nuevos significados y con dones particulares de gracia. Entre todas las solemnidades Pentecostés destaca por su importancia, pues en ella se realiza lo que Jesús mismo anunció como finalidad de toda su misión en la tierra. En efecto, mientras subía a Jerusalén, declaró a los discípulos: "He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido!" (Lc 12, 49). Estas palabras se cumplieron de la forma más evidente cincuenta días después de la resurrección, en Pentecostés, antigua fiesta judía que en la Iglesia ha llegado a ser la fiesta por excelencia del Espíritu Santo: "Se les aparecieron unas lenguas como de fuego (...) y quedaron todos llenos del Espíritu Santo" (Hch 2, 3-4). Cristo trajo a la tierra el fuego verdadero, el Espíritu Santo. No se lo arrebató a los dioses, como hizo Prometeo, según el mito griego, sino que se hizo mediador del "don de Dios" obteniéndolo para nosotros con el mayor acto de amor de la historia: su muerte en la cruz.

20 de mayo de 2015

Vigilia de Pentecostés: Jesús envía Tu Espíritu Santo


 Exposición del Santísimo Sacramento

1 - Te adoramos Jesús porque fuiste concebido por la fuerza del Espíritu Santo.
Jesús, te amo, por el Amor del Espíritu Santo.
Jesús, creo en Ti por el Espíritu Santo.

Cantamos el Veni Creator Spiritus:

18 de mayo de 2015

Nuevo aniversario del nacimiento de Juan Pablo II (18-5-1920)


Cuando pienso en la Eucaristía, mirando mi vida de sacerdote, de Obispo y de Sucesor de Pedro, me resulta espontáneo recordar tantos momentos y lugares en los que he tenido la gracia de celebrarla. 

16 de mayo de 2015

Solemnidad de la Ascensión: comentario a la Liturgia de la Palabra de la Misa



1. Nos hallamos reunidos en torno al altar del Señor para celebrar su Ascensión al cielo. Hemos escuchado sus palabras: "Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos (...) hasta los confines del mundo" (Hch 1, 8). Desde hace dos mil años estas palabras del Señor resucitado impulsan a la Iglesia a adentrarse en el mar de la historia, la hacen contemporánea de todas las generaciones, la transforman en levadura de todas las culturas del mundo.


15 de mayo de 2015

Hora santa para rezar en la Novena a Pentecostés


1- Espíritu Santo, vive en mí. Espíritu Santo, inflámate en mí. Obra en mí, Espíritu Santo.

2 - Jesús, con María y los apóstoles te ruego que en estos días derrames al Espíritu Santo así como lo prometiste. María y los apóstoles oraron unidos y con constancia durante nueve días. Tú cumpliste lo prometido. Gracias, María, porque Tú ahora orarás conmigo y me ayudarás a perseverar en la oración. Tú dijiste: "Queridos hijos! Esta tarde les quiero pedir que durante esta Novena oren por la efusión del Espíritu Santo sobre sus familias y sobre su parroquia. Oren y no se arrepentirán! Dios les concederá sus dones, con los cuales ustedes lo glorificarán hasta el fin de sus vidas terrenas. Gracias por haber respondido a mi llamado!" (Mensaje en Medjugorje del 2-6-84)

Jesús, con María te ruego: envíanos Tú Espíritu. (Esta invocación la repito interiormente)

3 -Jesús, envíame al Espíritu Santo del amor para que El me haga apto para amar así como Tú amaste. Tú amaste sin condiciones. Sé que en el último día me preguntarás si he sido caritativo, si con amor te he reconocido en el prójimo. No soy consciente cuan lejos estoy del modo con que Tú amas. 

Por eso te ruego: -Jesús derrama en mi corazón tu Espíritu de amor. (Esta invocación la repito interiormente)

13 de mayo de 2015

Hora santa en el día de Nuestra Señora de Fátima: pedimos la renovación de todo lo creado



1- Jesús, te adoro, porque eres el renovador del mundo.
-Jesús, te amo porque Tú eres el renovador del mundo.

2 - Jesús, Te adoro con María, Nuestra Señora de Fátima. Ella, en su concepción fue preservada del pecado original y de sus consecuencias. Tú eres el redentor del mundo. Te bendigo y te glorifico, porque los frutos de la redención se manifestaron en ella.
Te alabo Jesús, porque el alma de tu Madre, María, desde el primer momento resplandecía con el amor de Dios.
Cuan hermosa y bellísima es su alma y corazón, porque desde el principio estuvo llena de gracia, porque en ella se renovó la amistad rota entre Dios y los hombres.
Jesús, te bendigo porque María es la aurora del nuevo día, el que amaneció con tu venida, a través de ella.
Jesús, te doy gracias y te glorifico con María, sin pecado concebida. (Esta invocación la repito interiormente)

12 de mayo de 2015

Ascendió a los Cielos y se quedó en la Euacristía


Meditación para rezar el segundo misterio glorioso del Rosario: La Ascensión de Cristo a los cielos

Después de que Jesús subió a los Cielos estaban de continuo en el templo bendiciendo. Jesús subió con Cuerpo y Alma a los Cielos pero se quedó con nosotros de un modo distinto bajo las apariencias de pan y del vino.


11 de mayo de 2015

Carlo Acutis: un ejemplo de amor a la Eucaristía


Amaba inmensamente la Eucaristía recibiéndola diariamente, y en la adoración al Santísimo Sacramento, también rezaba el Santo Rosario confiando su vida a la Virgen María, era un gran amigo y tenía un corazón muy generoso; pero dejó este mundo muy rápido, ya que falleció cuando contaba con sólo 15 años por causa de una Leucemia fulminante.
      
  Él era Carlo Acutis; un adolescente, como otros de nuestro tiempo, que dejó huella y un inmenso olor de santidad, su nombre podría estar inscrito muy pronto en el libro de los santos con el impulso que quieren dar en Italia a su proceso de beatificación.
      
  Antonia Acutis, madre de Carlo, dice sobre él: “Mi hijo, desde muy pequeño, y sobre todo después de su Primera Comunión, nunca faltó a la cita diaria con la Santa Misa y el Rosario, seguidos de un momento de Adoración Eucarística”.
      
  Cuenta su madre: “La figura de Carlo es posible resumirla en esta frase que él decía: La Eucaristía es mi camino para el Cielo.
        

10 de mayo de 2015

VI Domingo de Pascua: comentario a la Liturgia de la Palabra de la Misa


Queridos hermanos y hermanas:

Es grande mi alegría por poder partir con vosotros el pan de la Palabra de Dios y de la Eucaristía. Os saludo cordialmente a todos y os agradezco la calurosa acogida. Saludo a vuestro pastor, monseñor Riccardo Fontana, al que agradezco las amables palabras de bienvenida; a los demás obispos, a los sacerdotes, a los religiosos y a las religiosas, a los representantes de las asociaciones y los movimientos eclesiales. Un deferente saludo al alcalde, abogado Giuseppe Fanfani, al que agradezco sus palabras de saludo; al senador Mario Monti, presidente del Consejo de ministros, y a las demás autoridades civiles y militares. Expreso mi agradecimiento de modo especial a quienes han colaborado generosamente para esta visita pastoral.

Hoy me acoge una Iglesia antigua, experta en relaciones y benemérita por su compromiso durante siglos para construir la ciudad del hombre a imagen de la ciudad de Dios. Efectivamente, en tierra de Toscana, la comunidad de Arezzo se ha distinguido muchas veces en la historia por el sentido de libertad y la capacidad de diálogo entre componentes sociales diversos. Al venir por primera vez entre vosotros, mi deseo es que la ciudad sepa siempre hacer fructificar esta valiosa herencia.

En los siglos pasados la Iglesia que está en Arezzo se enriqueció y animó con múltiples expresiones de la fe cristiana, entre las cuales la más alta es la de los santos. Pienso, en particular, en san Donato, vuestro patrono, cuyo testimonio de vida, que fascinó a la cristiandad del Medievo, sigue siendo actual. Fue un evangelizador intrépido, para que todos se libraran de las costumbres paganas y encontraran en la Palabra de Dios la fuerza para afirmar la dignidad de toda persona y el verdadero sentido de la libertad. A través de su predicación llevó a la unidad, con la oración y la Eucaristía, a los pueblos de los que fue obispo. El cáliz roto y recompuesto por san Donato, del que habla san Gregorio Magno (cf. Diálogos I, 7, 3), es imagen de la obra pacificadora llevada a cabo por la Iglesia en el seno de la sociedad, para el bien común. Así lo atestigua en favor vuestro san Pedro Damián y con él la gran tradición camaldulense que desde hace miles de años, partiendo del Casentino, ofrece su riqueza espiritual a esta Iglesia diocesana y a la Iglesia universal.

En vuestra catedral está sepultado el beato Gregorio X, Papa, como para mostrar, en la diversidad de los tiempos y de las culturas, la continuidad del servicio que la Iglesia de Cristo quiere prestar al mundo. Sostenido por la luz que venía de las nacientes Órdenes mendicantes, de teólogos y santos, entre los cuales santo Tomás de Aquino y san Buenaventura de Bagnoregio, afrontó los grandes problemas de su tiempo: la reforma de la Iglesia; la recomposición del cisma con el Oriente cristiano, que intentó realizar con el concilio de Lyon; la atención a Tierra Santa; la paz y las relaciones entre los pueblos: él fue el primero en Occidente en tener un intercambio de embajadores con el Kublai Kan de China.

8 de mayo de 2015

Los niños y la Eucaristía


“Había salido del trabajo corriendo, cansado, con miles de preocupaciones en la cabeza. Era viernes y, sinceramente, aunque flaqueaban las fuerzas, prefería acabar lo que me quedaba del trabajo que entregar mi tiempo e ir al colegio a recoger a los hijos.

6 de mayo de 2015

Hora santa: mes de Mayo


1. Jesús, yo te adoro. Tú eres mi Dios. Gracias porque sé que Tú quisiste ardientemente estar entre los hijos de los hombres. Por eso, Tú quisiste ardientemente estar conmigo.
Bendito seas por el amor que te inspiró que de esta manera te quedes conmigo.
Tu anhelo de estar conmigo, sencillamente, se encuentra realizado: te encuentras presente en esta Hostia. Dios Todopoderoso, Hijo de Dios, oculto en esta pequeña Hostia.
Misterio infinito. Yo creo y te adoro.
-Yo anhelo tu rostro, Jesús. (Esta invocación la repito interiormente)

5 de mayo de 2015

LETANÍAS EUCARÍSTICAS DE REPARACIÓN


Señor, Ten piedad de nosotros.
Cristo, Ten piedad de nosotros.
Señor, Ten piedad de nosotros.
Cristo, Óyenos.
Cristo, Benignamente óyenos.

(La respuesta es: Ten piedad de nosotros)

Dios Hijo, Redentor del mundo,
Santa Trinidad, un solo Dios,
Sagrada Hostia, ofrecida por la salvación de los pecadores,
Sagrada Hostia, anonadada en el altar para nosotros y por nosotros,
Sagrada Hostia, despreciada por los cristianos tibios,
Sagrada Hostia, signo de contradicción,
Sagrada Hostia, entregada a los judíos y herejes,
Sagrada Hostia, insultada por los blasfemos,
Sagrada Hostia, Pan de los ángeles, dado a los animales,
Sagrada Hostia, tirada en el lodo y pisoteada,
Sagrada Hostia, deshonrada por los sacerdotes infieles,
Sagrada Hostia, olvidada y abandonada en tus iglesias.
Sé misericordioso con nosotros, Perdónanos, oh Señor.
Sé misericordioso con nosotros, Escúchanos, oh Señor.

3 de mayo de 2015

V Domingo de Pascua: comentario a la Liturgia de la Palabra de la Misa


El Evangelio de hoy, quinto domingo del tiempo pascual, comienza con la imagen de la viña. «Jesús dijo a sus discípulos: “Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador”» (Jn 15, 1). A menudo, en la Biblia, a Israel se le compara con la viña fecunda cuando es fiel a Dios; pero, si se aleja de él, se vuelve estéril, incapaz de producir el «vino que alegra el corazón del hombre», como canta el Salmo 104 (v. 15). La verdadera viña de Dios, la vid verdadera, es Jesús, quien con su sacrificio de amor nos da la salvación, nos abre el camino para ser parte de esta viña. Y como Cristo permanece en el amor de Dios Padre, así los discípulos, sabiamente podados por la palabra del Maestro (cf. Jn 15, 2-4), si están profundamente unidos a él, se convierten en sarmientos fecundos que producen una cosecha abundante. San Francisco de Sales escribe: «La rama unida y articulada al tronco da fruto no por su propia virtud, sino en virtud de la cepa: nosotros estamos unidos por la caridad a nuestro Redentor, como los miembros a la cabeza; por eso las buenas obras, tomando de él su valor, merecen la vida eterna» (Trattato dell’amore di Dio, XI, 6, Roma 2011, 601).