14 de julio de 2015

El Rosario ante el Santísimo Sacramento: misterios dolorosos


PRIMER MISTERIO DOLOROSO

Se contempla la agonía de Jesús en el Huerto de Olivos.
Oh amado Jesús mío, al contemplarte en el Huerto de Olivos espantado, estremecido, empapado en sangre y puesto en agonía extrema por la precognición de todos los pecados humanos, incluidos los míos, se me desgarra el corazón de advertir cómo en esa situación fuiste abandonado por todos, y se me parte el alma de oir aquella queja tuya a los Apóstoles: «¿Pues no pudisteis velar una hora conmigo?».
Oh Jesús, desde el Huerto tú previste también, con tu Corazón divino dolorido, cómo te abandonarían en el santo Sagrario tantos cristianos que, atareados con ocupaciones mundanas, te olvidan por completo y no hallan una hora en toda la semana, ni aun en un mes entero, para pasar con tu Persona eucarística y así aliviarte las amarguras de tu piadoso corazón. ¡Ah! Líbrame, oh Jesús, de hacerme merecedor de tu reproche a los Apóstoles; concédeme la gracia de poder y querer venir a menudo a adorarte y amarte en este Sacramento de Amor y con mi hora de adoración repararte el abandono de tantos hermanos míos y consolar tu Corazón divino.

Padrenuestro, 10 Avemarías, Gloria.



SEGUNDO MISTERIO DOLOROSO

Se contempla a Nuestro Señor Jesucristo flagelado en la columna.
Oh Jesús, Redentor mío, ¿quién podrá comprender cuán grande fue el martirio de tu Sagrado Corazón en el momento que fuiste despojado de tus vestiduras; y cuán lacerante fue el dolor que padeciste en tu Sacratísimo Cuerpo cuando fuiste atado a la columna y despiadadamente flagelado por los crueles judíos como un esclavo?…
Oh Jesús, esos dolores me hacen pensar en otros mucho más atroces para tu piadoso corazón: los que te infligen en la Eucaristía tantos cristianos malvados y más crueles que aquellos judíos, cuando atropellan los altares, rompen los sagrarios, roban los copones con las hostias consagradas y las pisotean con odio infernal… Haz, oh Jesús, que con amor a tu Persona eucarística y con actos de reparación yo te expíe tantos desprecios, y consuele tu Sagrado Corazón.

 Padrenuestro, 10 Avemarías, Gloria.

TERCER MISTERIO DOLOROSO

Se contempla a Nuestro Señor Jesucristo coronado de espinas y escarnecido por los
judíos.
Oh Jesús, Rey de todos los siglos, ¡oh, qué amor inmenso me mostraste cuando por el bien de mi alma quisiste sufrir en tu cabeza sagrada el tormento de la corona de espinas, y dejas a tus enemigos vestirte con una púrpura rasgada, y hacerte empuñar una caña como cetro y pasar por un rey bufonesco entre tantos insultos, oprobios y desprecios!… ¡Ojalá, Jesús mío, tu Pasión marcara el fin de tus punzadas sufridas entre insultos y desprecios!… ¡Cuántos cristianos en vez de venir a adorarte como a su Rey cuando estás expuesto en el Altar, vienen a afrentarte con su mala conducta!… Oh amado Jesús mío, desde el fondo de mi corazón te adoro en este Sacramento de Amor mientras confieso que eres Rey de todas las criaturas, y te ofrezco mi corazón para que reines en él y en todos sus afectos como en siervos fieles.

Padrenuestro, 10 Avemarías, Gloria.

CUARTO MISTERIO DOLOROSO

Se contempla a Nuestro Señor Jesucristo condenado a muerte, cargado con la Cruz,
y encaminado al Calvario.
¡Oh Jesús mío! ¡Me deja pasmado la paciencia con la cual oíste a Pilato sentenciarte a muerte contra toda justicia y pese a sus propias declaraciones reiteradas de tu inocencia! ¡Y no menos pasmosa, por cierto, fue la alegría con la que, desde Jerusalén hasta el Calvario, recibiste, abrazaste y aceptaste cargar con la Cruz en la que habías de ser enclavado! ¡Pero no menos pasmoso es el amor con el que todos los días en todos los altares del mundo aceptas, a la voz de tus ministros, la muerte mística de la Eucaristía para renovar el Sacrificio del Calvario por nuestro bien!… ¡Ah! Jesús mío, haz que yo pague con verdadero amor tantos amores tuyos asistiendo diariamente al Sacrificio de la Misa con fe, piedad y devoción, y aceptando alegre las cruces que te pluguiere enviarme, con el corazón siempre ceñido a tu sagrada voluntad.

Padrenuestro, 10 Avemarías, Gloria.

QUINTO MISTERIO DOLOROSO

Se contempla a Nuestro Señor Jesucristo crucificado y muerto.
Tu sacrificio está cumplido, oh Jesús… Derramada ya toda tu sangre, pasadas ya tres horas de la agonía más tormentosa en la Cruz entre dos ladrones, a la vista de tu Madre María, tú moriste por mi amor para redimirme… Cumpliste por mi amor hasta las últimas exigencias de la justicia de tu Padre, pero te quedaban por cumplir las del amor infinito de tu Corazón divino. ¡En este Sacramento, fruto del inmenso amor que me tuviste, habías de mostrarme toda su grandeza! Oh Jesús, por todos tus sufrimientos y por tu muerte de cruz con la que me has redimido te doy gracias, pero te las doy principalmente por el amor que me has patentizado en la Eucaristía y te prometo retribuirte su grandeza con todo el poder de mi corazón.

Padrenuestro, 10 Avemarías, Gloria.


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