6 de noviembre de 2014

Acerca de los congresos eucarísticos


Se conmemora el octogésimo aniversario del memorable XXXII Congreso Eucarístico Internacional en Buenos Aires celebrado en el año 1934, al que debemos volver, una y otra vez, para alimentar nuestro amor y respeto hacia el Santísimo Sacramento del Altar; y, especialmente en este tiempo, para preparar el Congreso Eucarístico del Bicentenario, a celebrarse en Tucumán, del 16 al 19 de junio de 2016.

Hace 80 años, con la visita del entonces Secretario de Estado, Cardenal Eugenio Pacelli -luego Papa Pío XI- , Buenos Aires se convirtió en “el Paraíso”, según la famosa expresión del Cardenal legado. Prueba de ello son las 107.000 Primeras Comuniones de niños; los 200.000 concurrentes en la Misa de Hombres, y el millón de personas en la Misa de Clausura.



Ochenta años después, en momentos en que se escuchan muchas expresiones confusas, desacertadas, y hasta tendenciosas, que pretenden mostrar la Comunión como un derecho, y no como lo que verdaderamente es, absoluto y gratuito don para quienes estén debidamente preparados, recordamos la clara expresión de San Juan Pablo II, en su encíclica Ecclesia de Eucharistia (La Iglesia vive de la Eucaristía), en su punto 37:


 “en los casos de un comportamiento externo grave, abierta y establemente contrario a la norma moral, la Iglesia, en su cuidado pastoral por el buen orden comunitario y por respeto al Sacramento, no puede mostrarse indiferente. A esta situación de manifiesta indisposición moral se refiere la norma del Código de Derecho Canónico que no permite la admisión a la comunión eucarística a los que “obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave”.

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