14 de septiembre de 2013

Beato José Brochero, sacerdote y la Eucaristía


El Padre José Brochero fue un apóstol incansable de los Ejercicios Espirituales ignacianos, siguiendo una tradición secular de la Compañía de Jesús que se remonta a los tiempos coloniales. Su inmensa Parroquia, de 4200 kilómetros cuadrados tuvieron la impronta de su celo sacerdotal. Más de 70.000 paisanos del valle de Translasierra en Córdoba hicieron sus Ejercicios en vida de Brochero.

Uno de los días de esos Ejercicios giran en torno al tema: “ME AMÓ Y SE ENTREGÓ A LA MUERTE POR MÍ” y el Beato en sus pláticas lo relacionaba con la Eucaristía.


Ejercicio sobre el Amor extremo de Jesucristo
 Meditación acerca del amor extremo de Jesús por cada hombre y por cada uno de nosotros. Ingresamos en la entrega total y definitiva de Jesús como Redentor del mundo en su Pasión y Muerte redentora. La síntesis está en las palabras de San Pablo: “Me amó y se entregó a la muerte por mí”.
Pedimos “dolor con Cristo doloroso; porque por mis pecados va el Señor a la pasión”. Consideramos cómo la divinidad de Cristo se esconde y deja aparecer su humanidad; consideramos cómo padece todo esto por mis pecados, y decidir qué debo yo hacer y padecer por Él.


"Él se entregó a Mí,
por eso, yo lo libraré;
lo protegeré, porque conoce mi Nombre;
me invocará, y Yo le responderé.
Estaré con él en el peligro,
lo defenderé y lo glorificaré;
le haré gozar de una larga vida
y le haré ver mi salvación"
(Ps.90)
 La última Cena
Hay dos momentos claves en la gloriosa Pasión del Señor: la institución de la Eucaristía y la oración de Getsemaní.
 Para Brochero en la Eucaristía se realizaban todas las aspiraciones humanas. Para él, en la Eucaristía estaba la fuente de la santidad y veía realizada la felicidad del ser humano a la que todo hombre aspira, felicidad que es posesión de Dios. Escribe el Padre José Gabriel del Rosario Brochero:

"El que Dios amó al hombre desde toda la eternidad es verdad tan clara y demostrada, que el dudarlo seria el colmo de la locura, el último esfuerzo de la impiedad y el último grado de la ingratitud. El amor eterno de Dios está escrito en todas las maravillas de la creación. Ese amor brilla en toda la naturaleza... Sin embargo todas estas pruebas de amor eran como un rasguño y sombra, comparadas con la prueba de amor que Dios quería dar al hombre, enviando a su Hijo... Porque seria la dicha para todos; seria nuestro consuelo; porque en virtud de ese Amor se haría esclavo, gustaría nuestras penas y lágrimas...y se asimilaría en todo al hombre, menos en el pecado, a fin de que el hombre se hiciera como Dios y participase de su infinito amor”
¿Son necesarias más pruebas de amor? ¿Es posible la ingratitud del hombre que se ve tan amado? Ante el amor de nacer por nosotros, no lo recibimos en Belén. No se lo hospedamos en Jerusalén y le hicimos una guerra cruel. Pero esto no disminuyó su amor... Cuantas más ingratitudes, su amor se agigantaba y rebalsaba por todas partes, y hace entonces un milagro de amor, que puso en admiración y asombro a los mismos ángeles. Y este milagro fue instituir el sacramento de la Eucaristía. Porque la Hostia consagrada es un milagro de amor; es un prodigio de amor; es una maravilla de amor... Es la prueba más cabal de su amor infinito hacia mí, hacia usted, hacia el hombre.
..Como el padre en su última hora se despide con ternura de sus hijos... así Jesucristo  quería quedarse con nosotros...por medio de la Santa Eucaristía, obrando ese milagro de Amor... Esto no se comprende si no es entrando en el Corazón de Jesucristo y viendo la fuerza de su Amor.  Quiere quedarse con nosotros para que lleguemos así a la vida eterna. .."
 La oración en el Huerto ¿No han podido quedarse conmigo ni una hora?
 La segunda parte nos pone a Jesús en la oración junto a sus apóstoles en el huerto de Getsemaní. Cuando Jesús vuelve de rezar el “Padre mío, si es posible que pase de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la Tuya” encuentra durmiendo a sus discípulos y dice a Pedro y dice: ¿es posible que no hayan podido quedarse despiertos conmigo ni si quiera una hora?. Esta pregunta manifiesta un misterio asombroso. La divinidad se esconde.
 Aquí se expresa la sabiduría de Dios que es más sabia que todas las sabidurías humanas.En ésta hora del Amor total -“esta es mi Hora”-: después de haber entregado su Cuerpo y su Sangre en la Cena, Jesús siente la angustia de la decisión última y se dirige al huerto para decirle a su Padre, en la intimidad, que sólo quiere hacer su Voluntad. Pero no quiso estar solo en ese instante. Quiso que lo acompañaran sus más íntimos amigos a quienes había llamado así en la Cena. Pero ellos se durmieron. Los había elegido para que estuvieran con Él, y cuanto más los necesitó se llenaron sus ojos de sopor y el temor pudo más que la amistad. ¿Es posible que no hayan podido quedarse despiertos conmigo ni si quiera una hora?

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