8 de agosto de 2013

Gran testimonio eucarístico

Este miércoles 24 de Julio ocurrió un Milagro Eucarístico en Guadalajara, Jalisco. "Este es un momento de bendición grande para esta comunidad y para todo el mundo". Así calificó el señor cura José Dolores Castellanos Gudiño al fenómeno que aconteció ayer en su parroquia luego de que brotara sangre de una hostia consagrada. Entre cantos, palmas, lágrimas, grandes filas y celulares que querían captar el instante, miles de fieles católicos y no creyentes acudieron a la Parroquia de María Madre de la Iglesia ubicada en la colonia Jardines de la Paz (Guadalajara, México) para ser testigos del que ya llaman acontecimiento divino o milagro. Un destello y una voz Eran las 12:00 del día cuando el sacerdote encargado de la parroquia hacía su oración como todos los días hincado frente al Santísimo cuando de repente vio un destello y escuchó una voz que le daba unas indicaciones: "Repica las campanas para que acudan todos, derramaré bendiciones a los que estén presentes y todo el día. Toma tu pequeño sagrario de adoración particular y llévalo al altar de la parroquia, coloca también junto al pequeño sagrario la custodia grande, no abras el Sagrario hasta las tres de la tarde, no antes, haré un milagro en la Eucaristía, el milagro que se realizará será llamado el ´Milagro de la Eucaristía en la Encarnación del Amor junto con nuestra Madre y Señora´, plasmarás la imagen que ahora te digo y la darás a mostrar". Después "la voz" le dijo que lo transmitiera "a sus apóstoles" (los sacerdotes) para que les sirviera en su conversión y que a todas las almas llenaría de bendiciones. Un cura emocionado El Padre Lolo -como lo conocen sus feligreses- dijo que no pudo pronunciar ninguna palabra a esa voz que le hablaba más que: "Señor mío soy tu siervo, hágase tu voluntad". Con la voz entrecortada por la emoción que no podía ocultar el sacerdote siguió narrando lo que pasó: "Hice como se me ordenó, pedí que abrieran las puertas del templo, eran como las dos y media de la tarde, también mandé que sonaran las campanas como se me dijo. Traje de la pequeña capilla particular este humilde sagrario de madera, lo puse en el altar, puse también la custodia del Santísimo como se me ordenó y a eso de las tres de la tarde las personas que estábamos reunidas rezábamos una estación al Santísimo Sacramento, cuando pregunté que si ya eran las tres de la tarde y todos me dijeron que sí. Me acerqué al Sagrario y al abrirlo la hostia consagrada por nuestro Señor Jesucristo estaba bañada en sangre."

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