10 de abril de 2013

El Papa Francisco vuelve a hablar de la Eucaristía


Sin embargo, esta relación filial con Dios no es como un tesoro que conservamos en un rincón de nuestra vida, sino que tiene que crecer, hay que alimentar todos los días con la escucha de la Palabra de Dios, la oración, con la participación en los sacramentos, sobre todo la Penitencia y la Eucaristía y la caridad.    ¡Podemos vivir como hijos! ¡Podemos vivir como hijos!   Y esta es nuestra dignidad.   ¡Comportarnos como verdaderos hijos!

          
Esto quiere decir que cada día debemos permitir que Cristo nos transforme y nos haga semejantes a Él; significa tratar de vivir como cristianos, tratar de seguirlo, incluso si vemos nuestras limitaciones y nuestras debilidades.   La tentación de dejar a Dios apartado para ponernos nosotros mismos en el centro siempre está a las puertas y la experiencia del pecado daña nuestra vida cristiana, nuestro ser hijos de Dios.    Por eso debemos tener la valentía de la fe, no dejamos llevar por la mentalidad que nos dice: "Dios no sirve, no es importante para ti, o cosas por el estilo".    Es todo lo contrario: sólo comportándonos como hijos de Dios, sin desanimarnos por las caídas, por nuestros pecados, sintiéndonos Amados por Él, nuestra vida será nueva, animada por la serenidad y la alegría. ¡Dios es nuestra fuerza! ¡Dios es nuestra esperanza!

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