25 de noviembre de 2012

Solemnidad de Cristo Rey: comentario a la liturgia de la Palabra de la Misa



Hoy terminamos el año litúrgico de la Iglesia, ... nos adelantamos un poquito al calendario. Y lo hacemos con esta fiesta en la que celebramos a Jesús como Rey del universo.

Quizás a nosotros, la figura de Rey no nos dice demasiado, ya que no vivimos en una monarquía, ... pero es una imagen muy significativa, ... porque el hombre siempre tiene un rey en su vida, conciente o inconscientemente, siempre hay algún soberano a quien se le sirve.

Cuentan que cuando San Francisco de Asís emprendió el viaje hacia el sur de Italia, con la esperanza de conquistar muchos premios militares, tuvo un sueño que cambió su vida. ... Oyó una voz que le preguntaba: “Francisco, ¿a quién conviene servir más?, ¿al amo o al esclavo?.” ... “Al amo”, respondió el joven. ... “¿Porqué entonces insistís en servir al esclavo en vez de servir al amo?”.

... Y aquella voz, ... aquella pregunta, fue fundamental en la vida de San Francisco para su conversión.

También en cada uno de nosotros tiene que resonar, en nuestra conciencia, esta pregunta, ... y también nosotros tenemos que decidir a quien queremos servir.

En la Eucaristía, Jesucristo, es Rey para ser servido y adorado.

... Esta fiesta de Cristo, como Rey del universo, fue instituída por el Papa Pío XI, allá por el año 1925, debido a que en esa época comenzó una corriente de pensamiento, que pretendía reducir el reinado de Cristo sólo a lo espiritual, ... sólo al interior del hombre.

Como diciendo: ... que los cristianos vivan su fe en la sacristía del templo, ... en el interior de la Iglesia, ... que cada uno viva su fe en lo personal, ... a lo sumo con su familia, ... pero nada de que Jesús tenga lugar en el mundo. Nada de que se ponga a Jesús en la economía, ... en la política, ... en la universidad, ... en la sociedad. ... El evangelio de Jesús no tiene nada que iluminar en este mundo.

En el fondo era una sociedad pagana, que concebía la vida de los hombres sin Dios.

Y por eso el Papa Pío XI, en aquella época dice: Jesús es el Rey de todo el universo. O se vive con Jesús en todos los ambientes, o se vive en la incoherencia.

Y si bien el reino de Cristo no es de este mundo, como le dice Jesús en el evangelio de hoy a Poncio Pilato, ... si bien no es un reino como los de este mundo, sí está en este mundo, y tiene que transformarlo día a día.

Y este creo que es el desafío que tenemos que llevarnos en este domingo. ... Porque hoy sigue vigente ese mundo pagano. Vivimos en un mundo sin Dios, en un mundo que pretende guardar a Dios en nuestros bolsillos.

Y la fiesta de Cristo Rey nos tiene que ayudar a preguntarnos si vivimos con coherencia nuestra vida de cristianos, preguntarnos si vivimos en la verdad: ... “Para esto he venido al mundo, le dice Jesús a Pilato, para dar testimonio de la verdad.”

Y vivir en la verdad es vivir con coherencia. Es tratar de vivir en la semana lo que celebramos cada domingo acá en el templo. Con todo lo difícil que eso implica, pero sabiendo que lo que es imposible para los hombres, es posible para Dios, es posible con la gracia de Dios.

Vivir en la verdad es no reducir mi fe al sólo ámbito de la oración.

Vivir en la verdad es no reducir mi fe a un par de ideas o creencias, ... sino llevarlo a toda mi vida, ... a todos los ámbitos en los que nos movemos, ... es llevarlo al mundo.

¿Cómo anda nuestra coherencia?, sería la pregunta. Porque sabemos bien que no es fácil ser cristianos en este mundo.

En un mundo donde el adolescente que en el boliche no se alcoholiza, ...!y! es un pobrecito; ... es un pobrecito el joven que no responde a la moda; ... es un pobre tontito el empresario que no se prende en la coima; ... son unos zonzos los esposos que siguen creyendo que tener un hijo es una bendición y no una incomodidad, ... es un pobre ingenuo el que sigue creyendo en un amor fiel entre un hombre y una mujer...

Y así tantas otras cosas que pretenden hacernos vivir sin coherencia, pretenden que este mundo sea como una sala de espera. Como si el reino de Dios fuera sólo el reino de los cielos. Y acá en la tierra sólo tengamos que sentarnos a esperar para llegar allá.

Es la vieja tentación de siempre: el hombre soporta a Dios a condición de que se mantenga lejos. Estamos incluso, dispuestos a amarle, ... pero siempre que no intervenga demasiado en nuestra vida, ... siempre que nos permita jugar al mismo tiempo al juego de Dios y al de nuestras ambiciones, ... siempre que respete eso que llamamos nuestra libertad y que con frecuencia no es otra cosa que nuestro endiosamiento.

Jesús es Rey, ... fantástico, ... pero que lo sea allá, ... bien lejos, ... en el cielo, ... acá que no moleste mucho, ... a lo sumo que sea Rey en la Iglesia, ... pero que ni se le ocurra meterse en medio del mundo.

Hoy Jesús vuelve a decir aquello que le dijo a Pilato: “ YO SOY REY.”

Y es ahora responsabilidad nuestra que el sea el rey en este mundo, sabiendo que primero tendremos que preocuparnos de que sea el rey en nuestro corazón.

... Cuentan de un anciano que le decía a sus nietos: ... “cuando yo era joven, era revolucionario, y mi oración consistía en decirle a Dios: ... Dame fuerzas para cambiar el mundo. Pero más tarde, a medida que me fui haciendo adulto, me di cuenta de que no había cambiado ni una sola alma. Entonces mi oración empezó a ser: ... Señor dame la gracia de transformar a los que estén en contacto conmigo, aunque sólo sea a mi familia. Y ahora, que soy viejo, mi única oración es : ... Señor, dame la gracia de cambiarme a mí mismo. Y pienso que si hubiera rezado así desde el principio, no habría malgastado mi vida.”

Quizás esto nos ayude a entender que sólo un mundo de hombres cambiados será un mundo cambiado; sólo una comunidad de hombres renovados, será una comunidad renovada.

El reino de Dios en el mundo empezará, cuando Jesús empiece a ser adorado en la Eucaristía, cuando cada uno comience por barrer la puerta del propio corazón, ... es decir, el amor en la tierra crecerá si crece primero en cada uno de nosotros, ... Jesús comenzará a reinar si empezamos nosotros a tratar de vivir con coherencia nuestra fe.

Y no se trata simplemente de ser un poco mejores o un poco peores. Se trata de convertirse. Se trata de hacer una opción. No se puede ser un poco cristiano. Cristo lo quiere todo. Hay que apostar.

... Aunque luego de apostado, habrá caídas seguramente, pero a Jesús no le asustan nuestras caídas. Porque su mensaje no es un mensaje para genios, para personas con almas de primera. Jesús no trae un reino para hombres y mujeres perfectitos, ... sino que vino a buscar al que estaba perdido. Y quizás por eso su mensaje esté especialmente próximo a los pecadores: ... porque en los pecadores es menos fácil las medias tintas que en aquellos que ya se creen en el buen camino.

Que la Virgen, entonces, nos conceda la gracia de vivir en la verdad, la gracia de ser coherentes para que Cristo pueda reinar en el mundo que nos toca vivir. Que así sea.

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