28 de octubre de 2012

No hay nueva evangelización sin Eucaristía




Declaraciones del Cardenal Antonio Cañizares, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los Sacramentos, día 26 de octubre de 2012, en la Sala de Prensa del Sínodo de los Obispos, cuyo tema es: “La nueva evangelización para la trasmisión de la fe”

El cardenal Antonio Cañizares hizo declaraciones a los periodistas de lengua española reunidos en la Sala de Prensa de la Santa Sede acerca de los temas considerados en el Sínodo de los Obispos, cuyo tema es “La nueva evangelización para la trasmisión de la fe”.

“El gran reto del Sínodo -dijo el cardenal español- es hacer revivir la presencia de Dios, la necesidad de Dios en el hombre y de manera especial que la Iglesia ser testigo de la presencia de Dios”.

“Dios tiene que estar en el centro de la nueva evangelización --aseveró Su Eminencia- pues todo cambia si Dios existe o no. Es necesario anunciar el reino del Señor para contraponerse a la secularización y la Iglesia tiene que ser testigo”.

“En comparación con la primera evangelización, con realidades de idolatría y paganismo, ahora la situación es más dramática --indicó el purpurado- pues entonces tenían a Dios. Hoy se sufre la influencia y consecuencias de las revoluciones del siglo XX, que han estado sustentadas en negar a Dios, tanto el comunismo (desde 1917) como el nazismo (en los años 30) con todas sus consecuencias. Y en el momento actual se presenta una nueva revolución: la “revolución de género”, que es sencillamente una ideología más radical y negadora de la realidad misma de Dios”.

“El materialismo lleva a vivir como si Dios no existiera, y peor, al no darle espacio a la realidad de Dios” indicó el purpurado que añadió: “Esa es la mayor pobreza que puede haber” y citando la frase de Santa Teresa: 'Quien a Dios tiene nada le falta', subrayó la gran indigencia espiritual del mundo actual.

Por ello reivindicó el mensaje de Benedicto XVI y de su homilía en la plaza de San Pedro al ser elegido papa: 'No tengo ningún programa sino hacer la voluntad de Dios'. A veces queremos hablar de programas y estrategias cuando “debemos poner a Dios en el centro, y entonces todo cambiará”, concluyó.

El punto central de la transmisión de la fe es el anuncio del Dios, que sale al encuentro del hombre, es el amor de Dios”, como lo señala el Benedicto XVI en sus encíclicas. La primera, Deus Caritas Est: “Un Dios que se hace hombre y apuesta todo por el hombre”, dijo, y citó la segunda encíclica: Spes Salvi, y la gran esperanza que Dios tiene en el hombre, que vale más que todo el oro y plata del mundo y que Cristo compró con su Sangre. “Esto cambia la visión humana sobre la familia, el dolor, ante el problema del mal, etc. No es lo mismo no creer que creer”.

Subrayó que “no hay nueva evangelización sin Liturgia. Porque la nueva evangelización es anunciar a Dios y esto sin la Liturgia es imposible, porque el sujeto de la Liturgia es Dios, no lo que hacen los hombres”. Por allí el hombre puede entrar en lo sobrenatural “que cambia el corazón del hombre”.

Otro punto que el cardenal Cañizares consideró fundamental es la Eucaristía. “La Eucaristía es la fuente y cumbre de la evangelización”, que contiene todo el amor de Dios, de manera “que la alegría de este encuentro lo comuniquemos a los demás”.

“No habrá nueva evangelización si no nos centramos más en la Eucaristía, más presente en la vida de los sacerdotes y de todos los cristianos”. Por ello “la nueva evangelización llevará a recuperar el sentido de la misa dominical y la adoración eucarística fuera de la Misa”.

El purpurado indicó que “Dios nos ha preparado para este Sínodo de la nueva evangelización con diez años
enteramente eucarísticos” y citó una secuencia hechos, partiendo en el 2000. que “fue fundamentalmente un año eucarístico y de acción de gracias; después la encíclica de Juan Pablo II, donde se anunció el Año de la Eucaristía y se realizó; la publicación de un documento para superar algunos abusos eucarísticos, escrita por la congregación del Culto Divino y la de la Doctrina de la Fe; otro documento muy importante, Mane Nobiscum Domine, de preparación del año de la Eucaristía. Se celebró además un sínodo sobre la Eucaristía; el papa Benedicto XVI publicó la Exhortación apostólica Sacramentum Caritatis y en esos años se extendió de manera prodigiosa el movimiento de adoración eucarística y la adoración perpetua.

El cardenal Cañizares reiteró entretanto, que si bien los divorciados pueden asistir a Misa, no pueden comulgar “porque no viven la comunión plena con la Iglesia. En estos casos --dijo- debería darse y educarse en el deseo de la comunión espiritual, que es un movimiento del alma que acerca a estas personas a Dios, a aquellas que se encuentran en estas situaciones, que son siempre de dolor”.

Para hacer volver a quienes se alejaron, el cardenal consideró, como primera cosa, que los cristianos tienen que vivir el Evangelio, con gozo y no reducirlo a la vida privada. “Espero que la Iglesia salga revitalizada de este Sínodo” y añadió que “con un deseo mayor de predicar el Evangelio, pueda decir 'En nombre de Jesucristo levántate y anda'”.

Dijo el purpurado que, en el Sínodo, se ha hablado del papel de la vida contemplativa, conventos y clausura, si bien “hubiéramos deseado que se hablara más”, aunque “entre los santos canonizados, el domingo pasado, estuvieron quienes vivieron el misterio de la contemplación con toda intensidad”.

Recordó que, si bien no tenía estadísticas, se sabe que la mayor cantidad de conversiones se producen en torno a los centros de vida contemplativa, por la presencia de Dios que allí se palpita y se contagia.

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