18 de septiembre de 2012

Preparándonos al Año de la Fe: del "Pequeño catecismo eucarístico" III



La ultima cena y la presencia real


28. ¿Qué sucedió durante la Última Cena? Sucedió una cosa extraordinaria: Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo dividió y lo repartió a los discípulos, diciendo: «Tomad y comed; esto es mi cuerpo». Después tomó el cáliz del vino y lo dio a los discípulos, diciendo: «Tomad y bebed; esto es mi sangre» (cfr. Mc 14, 22-24).

29. De igual manera, ¿en esta parte no se podrían tomar las palabras de Jesús en sentido simbólico, es decir, que el pan y el vino serían un simple símbolo del Cuerpo y la Sangre de Jesús? No, no es posible, sobre todo porque Jesús se refiere claramente a la promesa de la Eucaristía, y como hemos visto, en este contexto siempre habla en sentido real, no simbólico. Además, hay que tener en cuenta que los Apóstoles, simples pescadores, tomaban al pie de la letra todo lo que decía Jesús. Desde luego, Jesús sabía esto, y si hubiera querido que sus palabras fueran entendidas en sentido simbólico, habría usado la manera para hacerse comprender así. Al contrario, Jesús pronuncia sus palabras sin añadir nada; esto significa claramente que Él quiere que sus palabras sean entendidas exactamente como las dijo.

30. Entonces, ¿cuál es el significado exacto de las palabras de Jesús? Éstas tienen que ser comprendidas así: «Esto que tengo entre mis manos, y que antes era pan, ahora es mi Cuerpo; de la misma manera, este cáliz que tengo entre mis manos, que antes contenía vino, ahora contiene mi Sangre».

31. Por lo tanto, ¿«desaparecen» el pan y el vino? Exactamente: el pan y el vino desaparecen, porque en su lugar ahora están el Cuerpo y la Sangre de Jesús.

32. Entonces, ¿por qué veo aún el pan y el vino, y cuando comulgo siento que su sabor no ha cambiado? Porque tú ves todavía la apariencia, lo externo del pan y del vino. Es decir, ves el color y sientes el sabor del pan y del vino. Es así con todas las apariencias que son sensibles. Pero en realidad, debajo de la apariencia, la materia ha cambiado totalmente: antes era pan y vino, ahora es el Cuerpo y la Sangre de Jesús.

33. ¿Acaso el pan y el vino no podrían todavía estar presentes, juntamente con el Cuerpo y la Sangre de Jesús? Basándonos en las palabras del Señor, podemos decir que esto no es posible. De hecho, Jesús no dijo «además de ser pan, esto es mi Cuerpo», sino «esto –es decir, esto que tengo en mis manos– es mi cuerpo». Es decir, «nada más que mi cuerpo». Por lo tanto, el pan ya no es pan.

34. ¿Y dónde ha quedado? Se transformó en el Cuerpo de Jesús, y de la misma manera, el vino ahora es la Sangre de Jesús.

35. ¿Quiere decir que el pan ha sufrido una mutación? Sí, ha habido una mutación particular, que también tiene un nombre particular: ‘transubstanciación’.

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