4 de septiembre de 2012

El arte de la orfebrería al servicio de la Eucaristía

El copón-ciborio o píxide

Breve historia del copón o píxide eucarística

(Las cosas santas deben ser tratadas santamente)

Con el nombre de píxide (del griego pyxis = receptáculo de madera) o ciborio (del latín ciborium = copa) se designa actualmente el vaso sagrado o copón destinado a contener las formas eucarísticas consagradas. Es cierto que de vasos similares se tienen noticias desde la primerísima era cristiana, pero el uso litúrgico de los diversos tiempos les otorgó nombres y formas diferentes. El más antiguo es canistrum o cista, pequeña cesta de mimbre que se encuentra representada a principios del siglo II en los dos famosos frescos del cementerio de Calixto. En ellos la cista , junto con el simbólico pez, está llena de panes señalados con una cruz y deja entrever, a través del trenzado del mimbre, un cáliz de vidrio con vino tinto. Estos cestos, que volvemos a encontrar frecuentemente en los frescos eucarísticos de las catacumbas en Roma y en otros lugares, se encuentran mencionados por San Jerónimo.


Píxides altomedievales


En relación a esta antiquísima costumbre de llevar y custodiar la eucaristía en las casas particulares, San Cipriano hace mención a un cofrecillo (arca) que cada fiel poseía con esta finalidad:

Una representación de tales arcas eucarísticas proviene de una pintura del cementerio de los santos Marcelino y Pedro, que puede datarse hacia la primera mitad del siglo III. La piadosa costumbre de llevar consigo la eucaristía, para tutelarla en casa, en el trabajo o durante los viajes, perduró mucho tiempo en la Iglesia; en Irlanda en los siglos VI-VII los sacerdotes ponían la teca, llamada chrismale , en una pequeña bolsa llamada férula y se la colgaban al cuello bajo las ropas.

Después de todo lo dicho, no se puede poner en duda que también en las iglesias se conservase la eucaristía, no con finalidad de culto (cosa que aconteció a partir del siglo XI) sino para tenerla siempre pronta para confortar a los moribundos o para enviarla en signo de comunión a algún obispo. La reserva del pan consagrado necesaria para ello era exigua, y para tal fin bastaban vasos de pequeñas dimensiones. Los ejemplares llegados hasta nosotros la mayoría tienen una capacidad muy limitada. Eran cajas de forma cilíndrica, sin pie, generalmente de madera de boj o de marfil, más raramente de metal precioso, alguna vez de cristal, que se cerraban mediante un broche, con una tapa plana sobre la parte superior o, como en Francia, rematada con una pequeña torre cónica y una cruz, de donde el nombre de turriculum o torre, dada por San Gregorio de Tours y recogida en los libros litúrgicos galicanos. Poseemos ejemplares bellísimos, como el de Berlín del siglo IV: cilíndrico, de marfil de factura clásica, representando en la parte anterior a Cristo, sentado en la cátedra con los apóstoles y en la parte posterior el sacrificio de Abraham. Otros temas esculpidos son la multiplicación de los panes y los peces (píxide de Livorno s. IV), la visita de los Reyes Magos (Florencia s. V) la resurrección de Lázaro, la curación del ciego de nacimiento, etc.



Píxide con broche o bisagra

A partir del siglo IX, la disciplina eucarística se modifica. La Admonitio synodalis legaliza la costumbre, adoptada por muchas iglesias en Francia e Inglaterra, de tener el píxide sobre el altar. En otras en cambio, quizá por influencia oriental, se adopta el uso de conservar una columba (paloma) de metal noble, que se abría por el lomo mediante una tapa con broche. La columba colocada sobre un plato y cubierta por un velo, estaba suspendida delante del altar mediante un estante de hierro. En Italia y Alemania se conservó preferentemente la tradición del píxide, custodiado en los tabernáculos de pared.

Los píxides, incluso después del siglo XI, se mantuvieron siempre de pequeña capacidad, de forma cilíndrica, sin pie, pero coronados con una tapa cónica cada vez más elaborada.

Píxide del siglo XII



Píxide gótico



Píxide barroco


Eran generalmente de cobre dorado con esmaltes de colores, salidos de las orfebrerías de Limoges, que en los siglos XII-XIV fueron el mayor centro de producción en Europa. A partir del siglo XIII, encontramos los primeros píxides dotados de pie, primero bajo y circular, más tarde alto y hexagonal, armonizando con el copón también convertido en hexagonal. La tapa tiende a elevarse, y especialmente en el periodo gótico, asume el aspecto de una verdadera aguja con arcos, contrafuertes, etc. En la cúspide se pone una cruz.

Junto a estos copones más grandes, el uso pastoral conservó el uso de las pequeñas tecas eucarísticas. De hecho, en los siglos XV-XVI los Sínodos y los Rituales recomiendan tener dos especies de píxides: una mayor, que debe permanecer en el sagrario, y otra más pequeña para llevar el viático a los enfermos.

Con la llegada del siglo XVI se difundió cada vez más la práctica de la comunión privada extra missam y con ello los píxides adquieren poco a poco dimensiones mayores; la copa adquiere una boca más amplia y la tapa por necesidad de manejo se vuelve independiente. La forma actual del píxide no es sustancialmente diferente. En la disciplina actual los copones son bendecidos y no consagrados.


Píxide para viático


Las normas actuales de la INSTRUCCIÓN GENERAL DEL MISAL ROMANO nos dicen:

II. LOS UTENSILIOS SAGRADOS EN GENERAL

325. Así como para la edificación de las iglesias, también para todos los utensilios sagrados, la Iglesia admite el género artístico de cada región y acoge aquellas adaptaciones que están en armonía con la índole y las tradiciones de cada pueblo, con tal que de todo responda adecuadamente al uso para el cual se destina el sagrado ajuar.

También en este campo búsquese cuidadosamente la noble simplicidad que se une excelentemente con el verdadero arte.

326. En la elección de los materiales para los utensilios sagrados, además de los que son de uso tradicional, pueden admitirse aquellos, que según la mentalidad de nuestro tiempo, se consideren nobles, durables y que se adapten bien al uso sagrado. La Conferencia de Obispos será juez para estos asuntos en cada una de las regiones.

III. LOS VASOS SAGRADOS

327. Entre lo que se requiere para la celebración de la Misa, merecen especial honor los vasos sagrados y, entre éstos, el cáliz y la patena, en los que el vino y el pan se ofrecen, se consagran y se consumen.

328. Háganse de un metal noble los sagrados vasos. Si son fabricados de metal que es oxidable o es menos noble que el oro, deben dorarse habitualmente por dentro.

329. A partir del juicio favorable de la Conferencia de Obispos, una vez aprobadas las actas por la Sede Apostólica, los vasos sagrados pueden hacerse por completo también de otros materiales sólidos y, según la común estimación de cada región, nobles, como por ejemplo el ébano u otras maderas muy duras, siempre y cuando sean aptas para el uso sagrado. En este caso prefiéranse siempre materiales que ni se quiebren fácilmente, ni se corrompan. Esto vale para todos los vasos destinados a recibir las hostias, como son la patena, el copón, el portaviático, el ostensorio y otros semejantes.

330. En cuanto a los cálices y demás vasos que se destinan para recibir la Sangre del Señor, tengan la copa hecha de tal material que no absorba los líquidos. El pie, en cambio, puede hacerse de otros materiales sólidos y dignos.

331. Para las hostias que serán consagradas puede utilizarse provechosamente una patena más amplia en la que se ponga el pan, tanto para el sacerdote y el diácono, como para los demás ministros y para los fieles.

332. En lo tocante a la forma de los vasos sagrados, corresponde al artista fabricarlos del modo que responda más a propósito a las costumbres de cada región, con tal de que cada vaso sea adecuado para el uso litúrgico a que se destina, y se distinga claramente de aquellos destinados para el uso cotidiano.

333. Respecto a la bendición de los vasos sagrados, obsérvense los ritos prescritos en los libros litúrgicos.

334. Consérvese la costumbre de construir en la sacristía el “sacrarium” en el que se vierta el agua de la purificación de los vasos y de la ropa de lino.



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