6 de abril de 2012

El silencio eucarístico del Viernes santo


En el Viernes Santo la Misa ni tiene principio ni fin

porque el que ES principio y fin padeció hoy tan amarga Pasión.

Ninguna hostia se consagra; porque el Hijo de Dios estaba hoy en el ara de la Cruz consagrado.

Caemos en tierra de rodillas, adorando, y besamos la Cruz,

para que recuerdes que tu Redentor se inclinó cuando la Cruz estaba tendida en el suelo,

abriendo aquellos sagrados brazos y manos, para que se las enclavasen,

y enclavado, fue en la Cruz levantado sobre la tierra, para atraer a todos hacia Él.



(Juan de Padilla, el Cartujo. Poeta sevillano 1468-1518)











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