3 de enero de 2012

La Navidad y la Eucaristía

La Iglesia posee, en su riquísimo tesoro artístico-musical, bellísimos cantos que alaban el Misterio de la Encarnación de Dios.
Dos ejemplos de esta oración de alabanza a Jesucristo, que se hizo hombre para nuestra redención, y que se ofrece en cada Eucaristía para fortalecernos en la fe, la esperanza y la caridad.
1)En el link: http://youtu.be/VFHV36groRw
se presenta el Coro de las hermanas de María de Shoenstatt, que cantan un villancico, con melodías folklóricas autóctonas, en la Iglesia de Dios Padre de Nuevo Shoenstatt, en Florencio Varela. Es un síntesis de la historia de la salvación, que hace hincapié en el Dios hecho hombre, que se hace Pan.

Su letra, de profunda sabiduría, es la siguiente:

Mi Dios hecho hombre,

mi Dios-hombre hecho Pan,

te quiero adorar.

El Dios todopoderoso

que el universo creó

junto a sus hijos paseaba

en cada puesta de sol.

Y cuando el hombre orgulloso

del Padre se separó

con su ternura infinita

una promesa nos dio.

En el arca de Alianza

entre su Pueblo habitó,

¡qué Pueblo tan bendecido,

tiene tan cerca a su Dios!.

Al alborear la mañana

de nuestra Redención,

el corazón de una Niña

fue enamorada de Dios.

Y por su “sí” generoso

el Verbo eterno bajó

a su purísimo seno

y hecho Niño se nos dio.

Amándonos hasta el extremo

con corazón de hombre­-Dios

su omnipotencia y ternura

la Eucaristía nos dio.

Y este es nuestro tesoro,

Pan de vida y amor,

¡qué Pueblo tan bendecido

tan cerca está nuestro Dios!


2)El segundo link es: http://youtu.be/9y9yM53TowA

El Coro de la Catedral de Westminster, en Londres, la sede primada católica de Inglaterra, durante el ofertorio de la Misa de Nochebuena (que preside el actual Arzobispo), entona la antigua antífona de Maitines de Navidad “OH MAGNUM MYSTERIUM”.

La música es de un compositor contemporáneo de Estados Unidos (Morten Lauridsen, nacido en 1943) que conjuga el canto gregoriano con la polifonía moderna. Hay que escucharlo y meditarlo. Las imágenes de la Catedral de Westminster son magníficas.La tradición viva de la Iglesia nos enseña la riqueza de lo que celebramos con pocas palabras, de gran belleza y verdad. Con la maravilla del canto sagrado bien cantado. Hermosa meditación para la octava de Navidad.



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