24 de diciembre de 2011

Meditación ante el Señor que viene



Desde el 17 de diciembre y hasta la víspera de Navidad, en la Liturgia de las Horas (durante el canto del Magnificat) se rezan las llamadas ANTIFONAS “O”. Son un compendio riquísimo de espiritualidad que nos expresan la expectación de la Iglesia ante la llegada del Salvador.
Son ocho invocaciones muy propicias para rezar en estos días cercanos a la Navidad del Señor

Oh Sabiduría,
Oh Señor,
Oh Raíz de Jesé,
Oh Llave de David,
Oh sol del que naces de lo alto,
Oh Rey de las naciones
Oh Dios con nosotros.

O Sapientia, O Adonai, O Radix, O Clavis, O Oriens, O Rex, O Emmanuel.

Las letras iniciales de estas Antífonas, invertidas, forman dos palabras latinas que son un acróstico: ERO CRAS, que traducido significan: Estaré mañana o MAÑANA VENDRÉ. “Estaré mañana” es como la respuesta divina a la súplica de la Iglesia en cada una de estas Antífonas, y durante todo el tiempo del Adviento: VENI, ¡VEN! ¡Ven a enseñarnos, ven a rescatarnos, ven a salvarnos, ven, Señor!
Y en cada Antífona O, la Iglesia llama al Salvador prometido con un Nombre distinto. Estos títulos, estas invocaciones, no se pueden atribuir sino al Niño Dios que nacerá para nosotros dentro de pocos días, en la santísima noche de Navidad.


• O SAPIENTIA, ¡OH SABIDURÍA!: Nuestro Señor es el Verbo de Dios, su Palabra sapientísima y eterna que dispone todas las cosas con fuerza y con suavidad. Él es la expresión perfecta del Padre, igual a Él, verdadero Dios cuyos designios son sin falla. Por eso, al fin de esta Antífona Le pedimos que venga a enseñarnos el camino de la prudencia, para que no sigamos los caminos de este mundo, que son sumamente imprudentes, porque conducen a la perdición.

• O ADONAI ¡OH SEÑOR!: Nuestro Señor es el Jefe por excelencia, el Legislador, el Autor infalible de la ley natural, del decálogo que dio a Moisés sobre el monte Sinaí, antes de guiarlo con su poder divino para libertar a su pueblo. Por eso, al fin de esta Antífona, pediremos al Señor y Legislador, a Adonai, que venga a rescatarnos con el poder de su brazo.

• O RADIX JESSE, ¡OH RAÍZ DE JESÉ!: El tallo que sale de la raíz de Jesé es la Santísima Virgen María, a quien todas las generaciones proclaman bienaventurada, a quien los reyes consagraron sus reinos y a quien todos los pueblos que pasaron del paganismo al cristianismo veneran ahora como a su Reina. La Virgen María, nuestra Madre, a quien millones de almas deben su salvación, es la figura principal del Adviento, por ser Aquella de quien nacerá Jesús, Aquella que concibió por el Espíritu Santo, Aquella que es nuestra Estrella en este mundo peligroso para nuestras almas. Por eso, al fin de esta Antífona, pediremos a Nuestro Señor que venga y que no tarde en salvarnos por María.

• O CLAVIS DAVID, ¡OH LLAVE DE DAVID!: El Salvador prometido posee la única llave que abrirá las puertas de Cielo, cerradas por el pecado de Adán y Eva. Esta llave es la Cruz También esta llave las cerrará para los que no merecen la felicidad eterna. Ábrenos, gritaron desesperadamente las vírgenes necias de la parábola. En verdad, no os conozco, contestó Jesús. Por eso, al fin de esta cuarta Antífona, Le pediremos que venga y saque de su prisión a los cautivos sentados en tinieblas y en sombras de muerte.

• O ORIENS, ¡OH SOL QUE NACES DE LO ALTO!: El Salvador disipará las tinieblas del error y del pecado, como el sol naciente disipa las tinieblas de la noche. Tanta gente, hoy, está des-orientada porque está lejos de Nuestro Señor, de su Verdad y de su gracia. ¡Pobres almas, tan numerosas, que festejarán Navidad con glotonerías, embriagueces y sensualidades, con regalos corruptores y luces artificiales, y con un viejo y feísimo Papa Noel mundano, pero sin la paz del Niño Jesús! Por eso, al fin de esta Antífona, se pide a Nuestro Señor que venga y alumbre a los sumidos en tinieblas y en sombras de muerte.

• O REX GENTIUM, ¡OH REY DE LAS NACIONES!: Y la Antífona continua diciendo: Piedra angular que reúnes a los pueblos. El Niño Jesús es EL Salvador y será crucificado. Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron. Hay solo un Dios y Salvador, como hay solo una criatura humana, creada por Dios y rescatada por Jesucristo. Por eso, al fin de esta Antífona, pediremos al único Salvador de las almas que venga y salve al hombre, al que formó del lodo, al pagano y al judío.

• O EMMANUEL: ¡OH DIOS CON NOSOTROS!En esta última gran Antífona, la Iglesia llama al Salvador Emmanuel, palabra que significa en hebreo: Dios con nosotros, Dios eligió a algunos pescadores de Galilea y habló, comió, caminó con ellos, les reveló los secretos de su Amor infinito; Nuestro Señor los hizo Apóstoles y columnas indestructibles de la Iglesia. La Iglesia, que hace a Jesucristo realmente presente entre nosotros, en la Santísima Eucaristía, presente en este sagrario, presente sacramentalmente en los que reciben la sagrada comunión, presente por su gracia en nuestras almas. El hombre sin Jesucristo está en la peor situación que se pueda imaginar: su alma nunca conocerá la verdadera felicidad porque nunca descansará en Jesucristo, su principio y su fin, ahora y por la eternidad. Por eso, al fin de esta Antífona se pide que nuestro Señor y Dios venga a salvarnos.

Estas magníficas Antífonas “O”, “encierran en si toda la médula del Adviento”; ojalá que ellas expresen nuestro deseo ardiente de recibir, en día de Navidad, al Niño Jesús: la Sabiduría infinita, EL Señor, el Hijo de María, la Llave del Cielo, el Sol naciente, el Rey de la naciones, el Emmanuel, sí, que Lo recibamos con un corazón purificado, maravillado, y sediento de santidad, con un corazón de niño.

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