11 de noviembre de 2010

Benedicto XVI habla sobre la Eucaristía y los congresos eucarísticos


Jueves 11 de Noviembre de 1010


El Papa propone la celebración eucarística como centro y culmen de todas las manifestaciones y formas de piedad, porque “en la Eucaristía está encerrado el tesoro de la Iglesia”

Con gran alegría, Benedicto XVI ha recibido, al fin de esta mañana, a los participantes en la Asamblea Plenaria del Pontificio Comité para los Congresos Eucarísticos Internacionales. Saludando a los delegados nacionales de las Conferencias Episcopales y, de manera especial, a la delegación irlandesa – encabezada por el arzobispo de Dublín, que acogerá el próximo Congreso Eucarístico Internacional, en junio de 2012 - y destacando la atención que esta Asamblea ha dedicado a tal evento - «que se inserta también en el programa de renovación de la Iglesia en Irlanda» - el Papa ha hecho hincapié en la importancia de la Eucaristía, en el camino de renovación:

«El tema, “La Eucaristía, comunión con Cristo y entre nosotros”, recuerda la centralidad del Misterio eucarístico para el crecimiento de la vida de fe y para cada auténtico camino de renovación eclesial. La Iglesia, mientras peregrina en la tierra, es sacramento de unidad de los hombres con Dios y entre de ellos (cfr CONC. VAT. II, Cost. dogm. Lumen gentium, 1). Con este fin, ella ha recibido la Palabra y los Sacramentos - sobre todo la Eucaristía - de la cual “continuamente vive y crece” (ibid. 26) y en la cual, al mismo tiempo, se expresa a sí misma».

Refiriéndose a la feliz coincidencia de este encuentro y de los trabajos de dicha plenaria con algunos aniversarios importantes, el Papa ha recordado el 50° aniversario del Congreso Eucarístico de Munich que marcó una etapa destacada en la comprensión de estos eventos eclesiales y en el que tuvo la alegría de participar, como joven profesor de teología. Además, el Congreso de Dublín del 2012 tendrá un carácter jubilar, de hecho será el 50°, y se llevará a cabo al cumplirse también 50 años de la apertura del Concilio Ecuménico Vaticano II, al que el tema hace explícita referencia, recordando el capítulo 7 de la Constitución dogmática Lumen gentium.

Recordando que los Congresos Eucarísticos Internacionales tienen una larga historia en la Iglesia y que mediante la forma característica de la “statio orbis”, resaltan la dimensión universal de la celebración, Benedicto XVI ha reiterado que se trata siempre de una fiesta de fe alrededor de Cristo Eucarístico, el Cristo del sacrificio supremo por la humanidad. Fiesta en la que participan fieles no solo de una Iglesia particular o de una nación, sino, en lo posible, de varias partes del la Tierra. Fiesta en la que «la Iglesia que se recoge alrededor de su Señor y su Dios».

Asimismo, el Santo Padre ha puesto de relieve la importante tarea evangelizadora de los Congresos Eucarísticos, sobre todo en el contexto actual, para impulsar la nueva evangelización y promover la evangelización mistagógica (cfr Esort. ap. postsinod. Sacramentum caritatis, 64), que se cumple a la escuela de la Iglesia en oración, a partir de la liturgia y a través de la liturgia. El Papa ha subrayado que el binomio ‘Eucaristía-misión’ ha entrado a formar parte de las líneas guía propuestas por la Santa Sede.

Benedicto XVI ha presentando también una indicación litúrgica y pastoral, alentando la celebración eucarística como centro y culmen de todas las manifestaciones y formas de piedad, según el espíritu de la reforma conciliar, la Encíclica Ecclesia de Eucharistia (nn. 10; 47-52) y la Exhortación post-sinodal Sacramentum caritatis. Antes de terminar su denso discurso, el Papa ha alentado a perseverar en el apostolado eucarístico:

«Queridos hermanos y hermanas, el apostolado eucarístico al que dedicáis vuestros esfuerzos es muy importante. Perseverad en ello con compromiso y pasión, animando y difundiendo la devoción eucarística en todas sus expresiones. En la Eucaristía está encerrado el tesoro de la Iglesia, o sea el mismo Cristo, que en la Cruz se ha inmolado por la salvación de la humanidad. Acompaño vuestro apreciado servicio asegurándoos mi oración, por intercesión de María Santísima, y con la Bendición Apostólica, que de corazón os imparto a vosotros, a vuestros seres queridos y vuestros colaboradores».

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